Con el agua en el centro. La ciudad sostenible es posible

Suelo, paisaje, saneamiento y lluvia forman parte de un ecosistema urbano en cuyo centro está el agua. Los especialistas más destacados en el nuevo urbanismo abogan por una ciudad que no esconda ni expulse el agua sino que la absorba, visibilice e integre en la creación de nuevos ecosistemas transformadores. En Barcelona hay muchos ejemplos que demuestran que es posible.

La arquitecta Martha Thorne define la complejidad de la gestión del agua, un factor que se ha convertido en crucial en el urbanismo actual:“El agua está cargada de significados simbólicos, emocionales, biológicos, culturales y, por supuesto, arquitectónicos y urbanísticos. La complejidad intrínseca del agua se hace aún más patente en estos momentos de cambio climático y se manifiesta en sequías, e inundaciones, con una indudable repercusión en las decisiones políticas y económicas que afectan a la ciudad”.

Thorne, que fue la decana de la IE School of Architecture and Design durante siete años y directora ejecutiva del renombrado Premio Pritzker de Arquitectura de 2005 a 2021, es actualmente una de las voces con más peso en las corrientes que convergen en la definición de la ciudad y el urbanismo del futuro; un concepto que ya es un imperativo del presente.

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El río Besòs (Barcelona): de uno de los ríos más contaminados de Europa a eje metropolitano renaturalizado, donde hoy viven anguilas y nutrias. Un ejemplo de transformación ecológica y social. © Josép M. Morè

La prestigiosa arquitecta – Amiga de la Fundación desde sus inicios –  ha impulsado el ciclo de debates Water for all: architecture, the city and society, organizado por Roca Group y la Fundación Arquitectura Contemporánea (FAC) cuya primera edición se celebró en el Roca Barcelona Gallery el pasado 12 de junio (puedes ver el video del debate aquí).

Dos expertos en la introducción del agua en los planes urbanísticos protagonizaron el primer debate: Bárbara Pons, directora general de Barcelona Regional, y Enric Batlle, cofundador de Batlle i Roig.

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La prestigiosa arquitecta Martha ThorneAmiga de la Fundación desde sus inicios –  ha impulsado el ciclo de debates Water for all: architecture, the city and society, organizado por Roca Group y la Fundación Arquitectura Contemporánea (FAC).

¿Sabemos lo que hace el agua en la ciudad?

La revolución conceptual que los temas de agua han provocado en el urbanismo actual es una evidencia global. Bárbara Pons señaló: “Cuando estudié la carrera en los años 90 en Valencia, nunca nadie me habló de agua para hacer urbanismo. Ahora todo es muy diferente. No podemos ignorar el agua, sino todo lo contrario: la tenemos que integrar en todos los proyectos”.

La arquitecta considera imprescindible conocer a fondo el ciclo del agua en cualquier proyecto: Los diseñadores que transformamos los entornos urbanos tenemos que entender que el flujo del agua lo permea todo… Conocer por dónde pasa el agua, por dónde pasaba y por dónde pasará es el punto de partida”. Para Pons, las infraestructuras verdes y el agua son la base del urbanismo, y los árboles, la infraestructura natural por excelencia, deben integrar las planificaciones de cuenca hidrográfica.

Para el nuevo urbanismo este aspecto es fundamental. Enric Batlle advirtió de una deficiencia de las ciudades que aún siguen el modelo del siglo XIX y citó las características de amplias zonas del tejido de Barcelona que ‘esconden’ el agua: “La ciudad está llena de rejas [imbornales], desagües por los que el agua se cuela y desaparece en las alcantarillas. Esto es consecuencia de una forma de pensar antigua: la idea de que cuanto más rápido desaparece el agua del suelo, tanto mejor está diseñada la ciudad. Si se encharca es que hay un error de diseño. Y luego tenemos que suministrar agua, y para ello contamos que venga de otro sitio. Tenemos que cambiar esta forma de pensar”.

La ciudad esponja: la complicidad del suelo

Batlle es un ferviente defensor del concepto de “ciudad esponja”. Cita sus proyectos de recuperación de vías urbanas y rotondas en los que el suelo es protagonista de la absorción del agua de lluvia, independientemente de su intensidad: “Hemos de ir hacia la ciudad esponja, en la que el agua humedezca el suelo y vaya primero a los árboles. En los espacios en los que hemos intervenido con esta idea, los árboles circundantes han sobrevivido a las recientes sequías y el suelo ha sido capaz de absorber las lluvias más violentas. El suelo esponja es beneficioso tanto para los períodos de sequía como para los más lluviosos”.

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Rotonda Elisabeth Eidenbenz en Esplugas de Llobregat (Barcelona): un ámbito destinado casi exclusivamente al automóvil se transforma en un espacio que gestiona el agua de lluvia potenciando la biodiversidad. © Batlleiroiog

La relación del suelo con el agua es uno de grandes retos del urbanismo global. La costra de hormigón y asfalto ocupa casi el 4% de la Tierra; son unos 4,5 millones de km2 que cubren lo que antaño eran principalmente bosques y campos, y también muchos lagos, ríos y rieras. “Las ciudades tapan los antiguos cursos de agua”, señala Batlle, y es un hecho que los urbanistas deben tener en cuenta para transmitirlo a la sociedad y a los responsables de las gobernanza.

Aprovechamiento del agua: ¿a qué escala?

El arquitecto explicó que este concepto de aprovechamiento del agua se tenía que trasladar a los edificios: “En las cubiertas se puede recoger agua de lluvia y las aguas grises se pueden depurar. Así se puede lograr reducir el consumo a un 20% del habitual”. También es importante reducir el gasto y citó como ejemplo los avances en las cisternas de los inodoros, que hace cuarenta años consumían 19 litros de agua y que ahora están entre tres y cuatro.

Esta transformación de los edificios de forma que sean capaces de recoger y depurar el agua plantea un problema de escala: ¿a nivel individual, de edificio, de calles, de corporaciones? y requiere una acción de gobernanza clara y eficiente. Es necesario que no se presione a la ciudadanía con normas difíciles de asumir:  “No podemos pasar a todos los ciudadanos esta responsabilidad de que lo hagan cada uno de cada uno de ellos. Podemos hacerlo a escala de un bloque pero cuesta mucho que las comunidades tomen decisiones. También podría haber entidades de barrio las  que gestionaran el agua de las cubiertas y el reciclaje. Tenemos  que hacerlo a todas las escalas posibles. Sin embargo, los municipios deben ser cuidadosos y coherentes: no obligar a los ciudadanos a hacer cosas que les cuesten mucho y luego a nivel de ciudad, no actuar en consecuencia”.

El cambio climático pone en jaque al urbanismo y obliga a nuevas herramientas

Bárbara Pons coincidió en la importancia de poner a la vegetación en primera línea y señaló los estragos que la reciente sequía vivida en la península ibérica causó en Barcelona, que registró la muerte de más de 8.000 árboles debido a la prohibición municipal de regar. Insistió en la necesidad de regular las aguas freáticas y las recicladas para evitar la muerte de la vegetación urbana, el capital natural más valioso que tiene una ciudad.

La experta en adaptación climática advirtió de la rápida transformación del clima mediterráneo: Los climatólogos señalan que en la cuenca mediterránea el norte cada vez se parecerá más al sur. En pocos años el clima, por ejemplo, de Barcelona será el que ahora tiene Málaga. Hemos de tener en cuenta que el Mediterráneo es el mar que más se está calentando, lo está haciendo un 20% más rápido que los mares del resto del planeta. Las ciudades de la ribera norte deben mirar las tradiciones urbanas y las soluciones de las del sur”.

Pons citó el ejemplo de la catástrofe de la DANA del pasado octubre en Valencia para señalar la necesidad de nuevas herramientas para planificar el crecimiento urbano: Toda la zona afectada estaba planificada conforme a la legalidad del momento y, sin embargo, nos hemos dado cuenta de que nada servía. Los instrumentos de que disponemos son totalmente obsoletos: necesitamos nuevas cartografías y conjugar toda la tecnología con nuevas herramientas para poder actualizar los datos, siempre poniendo el agua en primera línea. Hemos de tener muy en cuenta que las DANA se van a repetir”.

Los ríos industriales: un ejemplo visible de que sí se puede

La tarea del nuevo urbanismo con perspectiva ambiental es difícil. Sin embargo, los éxitos son notables. Pons destacó la regeneración del tramo urbano del río Besós, considerado hace unos años como el más contaminados de Europa: “Alrededor del 2000 se limpiaron los cursos de agua y ahora es el eje de un parque metropolitano en el que incluso hay anguilas y nutrias, especies que solo habitan aguas muy limpias”.

Ambos expertos coincidieron en la importancia de visibilizar el agua y los proyectos de recuperación. Martha Thorne planteó el imprescindible convencimiento de la población en la viabilidad de estas transformaciones para asegurar su participación más a la largo plazo. Enric Batlle señaló que en cuanto los proyectos se visibilizan, los ciudadanos los entienden: “Hasta ahora, la forma en la que hemos trabajado el agua en la ciudad es de las peores cosas que hemos hecho. Nos tenemos que acostumbrar a nuevos modelos, de playas, de calles… Y en cuanto se empiecen a ver podemos entender que puede haber lugares distintos”.

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Dos expertos en la introducción del agua en los planes urbanísticos protagonizaron el primer debate: Bárbara Pons, directora general de Barcelona Regional, y Enric Batlle, cofundador de Batlle i Roig.

Este nuevo urbanismo es un elemento crucial para avanzar hacia el ODS 11: lograr que las ciudades – que hacia 2035, albergarán el 80% de la población del planeta – sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles. El agua es la clave.