El poder de un pequeño embalse

La captación del agua de lluvia es vital en las zonas más áridas de India. La fuerte sequía y la irregular pluviometría que sufren estas regiones hace surgir de nuevo las técnicas ancestrales de embalsar agua de lluvia. Gracias a su efecto regenerador de los acuíferos, constituyen un elemento clave en la lucha contra la desertificación y en el empoderamiento de los agricultores más pobres. Las lluvias de los pasados septiembre y octubre han mostrado como las pequeños embalses y depósitos como los de GajikuntaGirigetla son la base de la vida para los agricultores de su entorno.

Imagen We Are Water

“Poseía 2 hectáreas de tierra seca y otras 2 de tierra húmeda. La tierra húmeda está ubicada bajo el embalse. Taladré dos agujeros en los campos. El primer agujero lo perforamos el año 2000 y profundizó hasta 76 metros.

400 plantas de guayaba, 50 cocoteros y 2 plantas de lima ácida están creciendo gracias a las perforaciones, pero la lluvia insuficiente de los últimos años hizo que los pozos recibieran poca agua. Hubo un momento en el que tuve miedo de mi vida y perdí la confianza. Pero recibimos buenas lluvias en septiembre y octubre de 2017. En 15 días el embalse se llenó de agua de lluvia. Mis dos pozos se recargaron y recuperé la confianza. Mi esposa y yo estamos totalmente comprometidos con el trabajo de campo. Las plantas frutales están en etapa de floración, esta estructura nos ha dado una solución permanente. Desde el fondo de mi corazón mi más sincero agradecimiento a los donantes”. Así explicaba Sainatha Reddy, un agricultor de 55 años de la zona de Mudigubba, cómo el embalse construido por el proyecto de la Fundación We Are Water y la Fundación Vicente Ferrer en Gunjepalli, les ha permitido a él y su mujer, Anithamma, progresar como familia. Ambos han estudiado hasta el décimo curso y tienen una niña y un niño que están estudiando. Actualmente viven en una casa heredada de sus padres. Sin el embalse quizá hubieran tenido que malvenderla y hubieran emigrado a un tugurio de las grandes ciudades del país.

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Narayanaswamy,de 35 años, posee 0,81 hectáreas de tierra seca en las faldas de su  pueblo. En su casa vive con su familia de 5 personas. En su opinión, es muy difícil mantener a la familia con tan poca extensión de tierra, por ello compró 90 cabezas de ganado vacuno. El embalse de Girigetla se ha llenado de agua durante el mes de septiembre de 2017. El ganado del pueblo puede beber agua directamente del embalse. Actualmente  hay casi 2.000 ovejas, 1.000 cabras, 60 búfalas y 55 vacas. “Los agricultores están muy motivados preparando los cultivos – afirma – el embalse ha producido un gran cambio en sus vidas”. Narayanaswamy planea convertir su tierra seca en tierra húmeda perforando un gran pozo en su campo. 

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SainathaReddy y Narayanaswamy, al igual que muchos campesinos y ganaderos, se ven afectados por la sequía en los distritos de Anantapur y Kurnool, donde el nivel medio de precipitaciones es prácticamente la mitad que el del resto del estado de Andhra Pradesh. Su cercanía al ecuador y las altas temperaturas convierten a esta zona de clima semiárido, en la segunda más seca de toda India, después del desierto del Rajastán. Son unos distritos en donde cerca del 75% de la población depende de la agricultura y la sequía y la inestabilidad de los monzones tiene un impacto devastador entre las capas sociales más pobres.

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Las experiencias de la construcción del embalse de Ganjikunta y  de las estructuras hídricas para la recogida y aprovechamiento del agua en Girigetla, proyectos en los que la Fundación We Are Water ha colaborado con la Fundación Vicente Ferrer, permiten recuperar técnicas e infraestructuras tradicionales en la época precolonial. Gracias a la construcción de estos pequeños embalses, sus habitantes pueden asegurarse fuentes de agua en las épocas más duras de sequía, diversificar sus cultivos, dar de beber al ganado, recuperar sus acuíferos por filtración y regenerar la masa forestal. Las infraestructuras de captación y almacenaje del agua de lluvia enraizan a los más pobres en su tierra y su cultura y son un elemento clave de su resiliencia y adaptación al cambio climático.