Grifo, botella, manantial.. ¿Qué agua beber?

Que podamos beber agua de calidad es un privilegio que depende de rigurosos sistemas de control que no vemos, pero sin los que no podríamos vivir. Una reflexión sobre la calidad del agua potable nos sensibiliza de su vulnerabilidad y del alto coste de desperdiciarla y contaminarla.

Es en época de verano cuando más bebemos. También es cuando se nos plantean más dudas sobre la calidad del agua. Independientemente del lugar en el que estemos, hay tres tipos de agua que podemos beber: la del grifo, la embotellada y la que mana de pozos y fuentes. Es buen momento para conocer sus características y su relación con la salud, la economía y el medio ambiente.

En este vídeo, Damià Barceló, director del Instituto Catalán de Investigación del Agua (ICRA), nos resume la situación general que tenemos en España respecto al agua para beber:

Vídeo

No podemos mantenernos al margen de la vulnerabilidad del agua de que disponemos para beber. Veamos los tres grandes tipos de agua potable, y los pros y los contras de cada uno de ellos.

El agua mineral natural embotellada

Es un agua que no recibe ningún tipo de tratamiento químico ni microbiológico porque no lo necesita, ya que es apta para el consumo humano en su estado original. Para que tengamos garantías de que esto sea así la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) es la que dicta las normas y controla exhaustivamente su composición química que es la que aparece en su etiquetado. España es el sexto país del mundo que más agua envasada consume, con 137 litros por año y persona.

Al beber agua mineral embotellada sabemos lo que bebemos, aunque por supuesto estas aguas están sometidas a accidentes o errores humanos que pueden contaminarlas, como ha ocurrido recientemente en algunos casos difundidos por los medios de comunicación.

El agua mineral para el gran consumo se embotella en su práctica totalidad en envases de PET (tereftalato de polietileno) que es el tipo de plástico flexible que utilizan los miembros de la Asociación Nacional de Empresas de Aguas de Bebida Envasadas (ANEABE). En la fabricación de este material no se usa el bisfenol A, un aditivo para dar rigidez al plástico utilizado en otros tipos de envases alimentarios y cuya toxicidad, en el caso de que el compuesto pase al alimento, está siendo motivo de controversia entre los expertos.

Imagen We Are Water

El código internacional de identificación de los envases de PET

Los actuales envases de PET (o PETE) son seguros, aunque se recomienda no reutilizarlos muchas veces para evitar su deterioro, lo que sí podría afectar al agua por contaminación microbiológica. El PET es un plástico 100% reciclable, y su principal problema es nuestra resistencia a hacerlo; si reciclamos el plástico solucionamos uno de los problemas medioambientales que se atribuyen al agua embotellada. Para identificar si una botella de agua está hecha con PET, mira la base del envase: ahí aparece el triángulo característico en cuyo interior aparece el número 1.

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© Cristina Barredo / We Are Water Foundation

Otro tipo de agua envasada es el agua tratada que señala Barceló. Es un agua con garantías de potabilidad que se distribuye en muchos países del mundo, como muchos asiáticos y africanos. En España existen algunas aguas embotelladas de estas características que quedan especificadas en las etiquetas del envase.

El agua potable del grifo

Es el agua de la red doméstica. En España, está regulada por la Administración Sanitaria Autonómica y por organismos estatales similares en la mayor parte de los países europeos. Es una agua de la que no sabemos su origen pero sí tenemos garantías de su seguridad alimentaria ya que se somete obligatoriamente a tratamientos de desinfección y controles de toxicidad.

Según la Asociación Española de Abastecimiento de Agua y Saneamiento (AEAS), el agua de la red pública es el producto alimenticio que está sometido a un mayor número de controles, con una frecuencia que puede llegar a ser diaria. Pero no toda el agua potable que se distribuye por las redes urbanas tiene la misma calidad, aunque toda ella sea apta para el consumo.

El principal beneficio de este agua es para nuestro bolsillo: aproximadamente 1 metro cúbico (1.000 litros) cuesta 1,57 euros (más IVA), mientras que el precio en el supermercado del agua mineral embotellada oscila entre los 0,15 y 0,80 euros por litro, en función del manantial y de su mineralización. En 2011, el consumo medio de agua de la red en los hogares españoles fue de 142 litros por habitante/ y día.

El agua doméstica se clora, es decir, se le añade cloro o hipoclorito sódico para eliminar los microorganismos patógenos que no han sido eliminados en las fases iniciales del tratamiento de potabilización. Ésta es la principal causa del mal sabor que muchas veces notamos en el agua del grifo. El cloro puede causar dermatitis, eczema y diversos tipos de alergias, ésta es la razón de que en algunos casos se aconseje la instalación en el punto de consumo de un sistema doméstico de filtrado a base de carbón activo. También las diferentes concentraciones de calcio y magnesio, por ejemplo, la hacen más o menos agradable de sabor y más o menos perjudiciales para según qué usuarios.

El principal problema del agua del grifo es la presencia de los denominados contaminantes emergentes que lamentablemente se descubren más cada día y que no están contemplados por la legislación vigente (ver el artículo sobre contaminantes emergentes). El gran reto de la depuración del agua doméstica y de su posible reutilización es el de controlar y eliminar estos contaminantes, lo que obliga a una constante investigación científica y tecnológica.

Otro problema del agua doméstica es la posible contaminación debido al mal estado de las conducciones que pueden dejar pasar microorganismos, nitratos, pesticidas y metales pesados. No es frecuente, y menos en España cuya red de distribución se encuentra en una relativo buen estado de mantenimiento

Podemos verificar la calidad del agua en España en el sitio web del Sistema de Información Nacional de Agua de Consumo (SINAC), que pertenece al Ministerio de Sanidad; institución que también publica informes técnicos anuales sobre la calidad del agua. Según el informe de 2014, el 99,5% las aguas domésticas españolas cumplen todos los requisitos sanitarios.

El agua de manantiales y pozos

Como explica Barceló en el vídeo, la contaminación de las aguas freáticas en las zonas de agricultura y ganadería intensiva en Cataluña han provocado que no sea recomendable beber de fuentes y pozos salvo en las zonas de alta montaña. Este problema también se hace extensivo a muchas otras zonas del territorio español. El uso intensivo de fertilizantes y el vertido de purines ha hecho que en muchas aguas subterráneas la presencia de nitratos (NO3) sobrepase los 50 mg/lt, nivel máximo establecido por la UE.

El nitrato es uno de los más frecuentes contaminantes de aguas subterráneas rurales. Debe ser controlado en el agua potable principalmente porque niveles excesivos pueden provocar metahemoglobinemia que en los niños menores de 12 meses causa el “síndrome del bebé azul”. Otro origen de los nitratos en las aguas subterráneas es las filtraciones provenientes de sistemas sépticos y del almacenamiento de estiércol. En algunas aguas subterráneas rurales también se encuentran niveles indeseables de plaguicidas usados en la agricultura y en silvicultura.

El agua del pozo y de la fuente alabada por nuestros abuelos ha dejado de existir para muchos de nosotros. Es un síntoma que debe concienciarnos e impulsarnos a recuperar el paraíso hídrico perdido.

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© Cristina Barredo / We Are Water Foundation