En el estado indio de Madhya Pradesh ha comenzado la estación de los monzones. Para Rooja Chouhan, y muchas de las mujeres de la aldea de Banjari, la llegada de las lluvias provocaba emociones contrastadas. Por un lado, si el monzón había llegado a tiempo, las cosechas tenían muchas posibilidades de salvarse; por otro, comenzaba un periodo de dificultades para satisfacer sus necesidades fisiológicas: las letrinas comunitarias estaban lejos de su hogar, y para acceder a ellas Rooja tenía que andar por un cenagal y atravesar una riera que a menudo se desbordaba.
Como muchas mujeres de su comunidad debía esperar a que la lluvia amainara o recibir ayuda de otros aldeanos, lo que le provocaba vergüenza y que no siempre conseguía. La opción irremediable era defecar en recipientes o junto a sus casas, entre matorrales.
Los monzones de este año ya no preocupan a Rooja y otras mujeres de unos 50 hogares del distrito de Dewas. Con la instalación de baños en sus hogares hemos acabado con la pesadilla del acceso a las deterioradas letrinas comunitarias.
Este año, Rooja podrá concentrarse en ayudar a su familia en el campo: ”Ahora, con un baño en casa, la vida es mucho más fácil. Me siento segura y ya no tengo que preocuparme. Ha traído paz a nuestras vidas.”
En India, la falta de saneamiento en los hogares adquiere su rostro más crudo durante la estación monzónica. © pexels-sourav-das
Una barrera para los dependientes
El problema de las lluvias se convierte en pesadilla para las personas con discapacidad En la aldea de Kannathangal, en Tamil Nadu, Shenbagam tenía que ayudar a su marido Ravi, con problemas de movilidad, a llegar a unos matorrales solitarios. Muchas veces, sobre todo cuando la lluvia era torrencial, necesitaba la ayuda de su hijo.
Ahora, con un baño en su casa, su vida ha cambiado radicalmente: “Él lo pasaba muy mal. Siempre soñé con tener un baño en casa. Ahora ya puede cuidarse solo y no necesita ayuda para ir al baño. Puedes imaginarte el dolor que sentía al tener que pedir ayuda para algo tan íntimo. Ahora está aliviado y es feliz”. Shenbagam es una de las madres de las 22 familias que hemos ayudado con un baño seguro en su hogar.
Los monzones de este año ya no preocupan a Rooja y otras mujeres de unos 50 hogares del distrito de Dewas. Con la instalación de baños en sus hogares hemos acabado con la pesadilla del acceso a las deterioradas letrinas comunitarias.
Daños para la salud, por activa y por pasiva
Hay varios estudios que analizan las consecuencias para la salud de la retención de las necesidades fisiológicas durante el periodo monzónico (julio–septiembre). Además del cansancio acumulado por la pérdida de horas de sueño, esta práctica conlleva en sí misma consecuencias muy negativas.
Krishan Kumar Arggarwal, vicepresidente de la Asociación Médica de India, alerta sobre los riesgos: “Retener las heces o la orina cuando el cuerpo lo solicita causa multitud de enfermedades. El intestino delgado tiende a colapsarse, por lo que se asimilan mucho menos los nutrientes, una situación que empeora la ya de por sí deficiente nutrición de los más pobres que sufren elevadas tasas de anemia e inmunodepresión”.
Otro peligro es la acumulación de gases por el enlentecimiento del tránsito intestinal, que daña la flora intestinal y vuelve el aparato digestivo más vulnerable a infecciones. Dado el mal estado del agua que muchas familias consumen, las enfermedades diarreicas tienden a cronificarse en organismos debilitados.
Defecar al aire libre en periodos de fuerte lluvia también tiene consecuencias sanitarias graves. El mismo estudio citado anteriormente, señala que, en el estado de Odisha, en la costa del golfo de Bengala, cuando el barro y las inundaciones rodean las aldeas, muchas mujeres se ven forzadas a improvisar soluciones como acudir a terrenos elevados o, en casos extremos, usar tortas secas de estiércol de vaca como asiento improvisado para evitar el contacto con el barro. Además, durante las lluvias torrenciales, las pozas o canaletas que suelen usar después las mujeres para lavarse se contaminan, lo que agrava aún más las consecuencias sanitarias de la defecación al aire libre.
Baño en casa, mejor que comunitario
Según el JMP de Unicef y la OMS, en la India rural, la tasa de defecación al aire libre sigue siendo alta: 154 millones aún defecaban al aire libre en 2022 y unos 74 millones disponían de una instalación sanitaria compartida entre dos o más hogares. Suele ser el caso de las letrinas comunitarias en aldeas y ciudades construidas de forma que los usuarios no entran en contacto con las heces. Sin embargo, no todas incorporan instalaciones para el lavado de manos y su estado de deterioro es avanzado en muchas ocasiones. En los barrios marginales urbanos, 2,8 millones seguían defecando al aire libre, y 75 millones compartían baños.
Según el think tank SPRF India, pese a los avances la campaña nacional Swachh Bharat Abhiyan (India Limpia), persisten barreras culturales y sociales —como el sistema de castas— que dificultan el uso de los baños, especialmente en zonas como Rajasthan y Madhya Pradesh, donde entre el 25 % y el 53 % de la población sigue defecando al aire libre aunque tenga instalaciones. Este problema se agrava durante la estación de lluvias.
El programa Swachh Bharat Abhiyan debe seguir avanzando. La falta de información fiable ha sido uno de sus principales lastres por lo que el Gobierno ha redoblado esfuerzos con múltiples encuestas sociales. Este junio ha comenzad un nuevo sondeo, el Swachh Survekshan Grameen, en 21. 000 aldeas, con el objetivo de evaluar la limpieza, la gestión de residuos, el acceso al agua y el uso de baños. El propósito es identificar brechas y planear mejoras, especialmente donde persisten problemas de infraestructura y escasa utilización.
Según el JMP de Unicef y la OMS, en la India rural, la tasa de defecación al aire libre sigue siendo alta: 154 millones aún defecaban al aire libre en 2022 y unos 74 millones disponían de una instalación sanitaria compartida entre dos o más hogares. ©ADB
Una paradoja silente
El monzón es crucial para India. 600 millones de personas dependen directa o indirectamente de la estación de lluvias para su seguridad alimentaria y economía. De ellas, entre 250 y 300 millones son agricultores cuyo sustento está estrechamente vinculado a la agricultura de secano (no irrigada) miran al cielo estos días: un retraso o exceso de lluvia puede marcar la diferencia entre una cosecha exitosa y la ruina familiar.
Tiene que dejar de ser paradójico que para millones de mujeres, ancianos y discapacitados la lluvia que alimenta a sus familias les traiga indignidad y enfermedad.