La urgencia de actuar frente a la crisis hídrica global ya no necesita más diagnósticos: las soluciones existen, pero requieren una transformación profunda de nuestra forma de entender y financiar el agua.
Como sintetizó Carlos Garriga, director de la Fundación, al inicio de la jornada Rethinking the Financing of Water Security, que celebramos en la a World Water Week, de Estocolmo: “Tenemos que encontrar las formas de transformar la economía, regenerarla para poder aplicar soluciones, y esto significa abordar las brechas de financiación e implementación”.
La reunión, que organizamos conjuntamente con ALTAMIRA and WASTE & FINISH Mondial Foundation, marcó un paso más en la presencia de la Fundación en el mayor foro global del agua. Si el año pasado nuestra participación en la World Water Week fue el diseño de las estrategias de financiación que se debatieron en el Water for Climate Pavilion de la COP29, en esta edición hemos ido más allá: avanzar en el conocimiento compartido y explorar nuevos enfoques regenerativos en los nexos agua, clima y desarrollo.
Entender los desafíos interconectados
Técnicamente, un microclima es un entorno local con características térmicas, hídricas y atmosféricas distintas a las del área que lo rodea. Puede ser tan pequeño como un jardín urbano o tan extenso como un oasis en el desierto.
Lo definen factores como la orientación del terreno, la altitud, la vegetación, la cercanía al agua o incluso los materiales de construcción. Esa diferencia —unos pocos grados, un poco más de humedad, unos segundos más de sombra— puede marcar el límite entre la vida o la imposibilidad de vivir para muchas especies animales y vegetales.
Los debates en Estocolmo apuntaron a un aspecto crucial para el futuro que ya tratamos a fondo en la pasada COP 16 de la Biodiversidad: ¿Cómo afrontar los desafíos interconectados del acceso al agua y al saneamiento, la adaptación y mitigación del cambio climático, y la salvaguarda medioambiental?
Los expertos coincidieron con el impulso que las Naciones Unidas está dando al tramo decisivo para 2030: desencadenar la comprensión global de la realidad, planificar y lograr una financiación efectiva y justa. Son desafíos que se plantean en un contexto desfavorable de recursos públicos decrecientes y con la financiación basada en los créditos blandos o préstamos en condiciones favorables limitada.
Desde la Fundación hemos comprobado, a través de nuestros 117 proyectos en 40 países, que es posible destilar modelos de éxito capaces de estimular la participación comunitaria y la innovación local. Existen soluciones que ya funcionan, pero somos conscientes de que para que ese conocimiento se proyecte a una escala global necesitamos una nueva economía: flexible, capaz de adaptarse a cada contexto y de movilizar a los actores financieros, públicos y privados, hacia una visión común.
Existen barreras sistémicas que frenan la inversión privada en saneamiento, seguridad hídrica y adaptación; tenemos que demostrar con evidencias científicas la interconexión entre crisis climática, seguridad hídrica y la salud de los ecosistemas para derribarlas.
La reunión, que organizamos conjuntamente con ALTAMIRA and WASTE & FINISH Mondial Foundation, marcó un paso más en la presencia de la Fundación en el mayor foro global del agua. ©WASTE NL
Democratizar la inversión de impacto
En la jornada de Estocolmo, Mónica Altamirano de Jong, fundadora de ALTAMIRA y socia de NetworkNature, subrayó la importancia crucial de fortalecer las capacidades locales: “Hay una gran oportunidad para la inversión de impacto gracias a una nueva generación que demanda este tipo de proyectos. Para aprovecharla tenemos que democratizar la oportunidad, y eso depende en gran parte de la capacidad local de construir una visión concreta de lo que significa esta economía regenerativa”.
La experta en modelos de colaboración siempre ha insistido en la necesidad de evolucionar desde procesos de planificación de inversiones aislados y centrados en el presupuesto hacia un enfoque basado en el impacto real y directo en el bienestar de las comunidades. Este cambio es posible, y para ello es necesario activar el potencial de las asociaciones público-privadas que integren plenamente a las comunidades para una iniciar una transición justa hacia una economía regenerativa
“Tenemos que encontrar las formas de transformar la economía, regenerarla para poder aplicar soluciones, y esto significa abordar las brechas de financiación e implementación”. Carlos Garriga, director de la Fundación.
Del residuo al recurso: la revolución del saneamiento
Hay casos de éxito corroborados. Nouria Ouibrahim, de WASTE, presentó el Diamond Model, un enfoque de cambio sistémico que articula a cuatro actores clave: los financiadores, motivados por la viabilidad del negocio de agua, saneamiento e higiene; las comunidades, que impulsan la demanda; las cadenas de suministro, fortalecidas mediante la capacitación de negocios locales; y los gobiernos, comprometidos con crear un entorno que sostenga el cambio.
Este modelo se aplica en FINISH Mondial, un programa presente en seis países (Kenia, Tanzania, Uganda, Etiopía, India y Bangladesh) que demuestra que el saneamiento puede convertirse en motor económico y social, y no solo en infraestructura básica. A través de microcréditos y alianzas locales, el programa promueve la economía circular: lo que antes se consideraba un residuo se transforma en recurso.
La experta en economía sostenible destacó: “La verdadera transformación comienza cuando invertimos en sistemas completos, no solo en soluciones. Es vital que trabajemos juntos para impulsar un cambio inclusivo basado en sistemas”.
Un caso de éxito en India
Por su parte, Sajib Mahanta, especialista de WASTE, señaló que “la financiación con impacto en saneamiento no son solo cifras: se trata de que las personas ganen dignidad, mejor salud y la capacidad de moldear su vida cotidiana”. Ilustró esta lógica con un caso concreto: en una aldea rural de la India, las familias construyeron su primer inodoro gracias a un pequeño crédito gestionado por FINISH Mondial. Una empresa local recoge periódicamente los desechos y los transforma en compost seguro para la agricultura, mientras otra parte alimenta un biodigestor comunitario que genera biogás para cocinar.
El impacto es múltiple: la familia gana en salud y dignidad; los agricultores reducen su dependencia de fertilizantes químicos; y se crean nuevos empleos locales en recolección y tratamiento de residuos. De este modo, el saneamiento se convierte en una inversión social, ambiental y económica sostenible.
El compromiso de las grandes empresas
La transformación sistémica también pasa por el sector privado y la escala no es un obstáculo. En el taller que celebramos en la misma jornada entre expertos, Carlos Velázquez, Sustainability & Service Senior Managing Director de Grupo Roca expuso un enfoque clave en las grandes corporaciones: “Las empresas debemos preguntarnos: ¿qué podemos hacer para remar en la misma dirección? La respuesta es sencilla y compleja a la vez: ser lo más eficientes posible en el uso del agua a lo largo de nuestros procesos productivos”.
En este sentido, demostró que la innovación empresarial puede liberar recursos hídricos impensables hace apenas una década: “En los últimos años, nuestra compañía ha reducido un 58 % la intensidad de uso de agua en las operaciones respecto a 2018, y el consumo neto de agua en 2024 fue un 54 % menor al de ese mismo año de referencia”.
Velázquez remarcó un aspecto crucial en la transformación económica que estamos gestando: la generación de modelos que alcancen a las personas. “La sostenibilidad va más allá del medio ambiente; debemos perseguir un impacto positivo también en las personas y generar prosperidad”.
Carlos Velázquez, Sustainability & Service Senior Managing Director de Grupo Roca, resaltó que la clave para las grandes corporaciones es ser lo más eficientes posible en el uso del agua en sus procesos productivos.
De Estocolmo a Doha y Belém: un año decisivo
La jornada dejó claro que la cooperación y la financiación son la base para avanzar. En noviembre, la Segunda Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social en Doha pondrá a prueba la capacidad de los gobiernos para redefinir las prioridades globales frente a la pobreza, la desigualdad y el cambio climático. Apenas un mes después, la COP30 en Belém deberá concretar compromisos climáticos con el foco puesto en la Amazonía y los territorios más vulnerables.
Hay un dato clave: el 91 % del gasto en agua sigue dependiendo del sector público, mientras que la inversión privada apenas alcanza el 2 %. El agua no puede seguir siendo el eslabón débil de la arquitectura financiera global. Vivimos un año decisivo y la seguridad hídrica será la prueba de fuego de nuestra capacidad para cooperar. Repensar su financiación es repensar el futuro.