Si acabamos con la sed, acabaremos con el hambre

© FAO

La seguridad alimentaria depende del agua. La agricultura es la actividad humana que más la consume. De la gestión que hagamos del agua depende que erradiquemos el hambre del mundo, uno de los mayores retos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Los proyectos de la Fundación para ayudar a los pequeños agricultores son ejemplos de la hoja de ruta que debemos seguir.

El problema de la alimentación mundial es complejo. Este vídeo de Carlos Mario Gómez (@camagogo), profesor titular de Fundamentos del Análisis Económico y Economía Ambiental en la Universidad de Alcaláe investigador de IMDEA Agua en la UE, lo resume y nos sitúa ante el reto inevitable que tenemos para afrontar el futuro:

Vídeo

Somos 7.000 millones de bocas que alimentar y en 2050 seremos 9.000. ¿Habrápara todos? Depende del uso que hagamos del agua, ya que producir el alimento diario de una persona consume entre 2.000 y 5.000 litros del más preciado bien de nuestro planeta. Cada día, la agricultura y la ganadería, que ocupan casi el 11 % de la superficie de la Tierra, producen 23,7 millones de toneladas de alimentos. Cuantitativamente estas cifras engañan: serían suficientes para garantizar la alimentación de la población mundial, pero la OMS (Organización Mundial de la Salud) denuncia que casi 800 millones de personas viven en estado de desnutrición.

El reparto no es equitativo y las causas son muchas, pero la fundamental es que amplias zonas agrícolas están perdiendo productividad. La falta de agua y las crecientes sequías, unidas al monocultivo y la falta de formación y recursos tecnológicos, amenazan a millones de pequeños agricultores y ganaderos que hasta ahora han sido el pilar de la seguridad alimentaria de las zonas más pobres del planeta. La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) señala que 500 millones de pequeñas granjas proporcionan un 80% de los alimentos que se consumen en el mundo en desarrollo.

El excedente de las zonas más productivas no llega a los que tienen menos, y no es ético que en el mundo en el que nos sobra la comida se concentren los 2.000 millones de personas que, según la OMS, tienen sobrepeso y obesidad. Los que nos sobrealimentamos somos los que desperdiciamos además un tercio de todos los alimentos producidos (unas 1.300 millones de toneladas cada año). Es un despilfarro de horas de trabajo, superficie agrícola (1,4 millones de hectáreas de tierras cultivadas en vano), fertilizantes, energía (3,3 millones de toneladas equivalentes de CO2 ) y, sobre todo, agua: los alimentos que se tiran han costado más de 250 km3 de agua; un volumen que equivale a más de tres veces el caudal de todos los ríos de la península ibérica en un año. Por supuesto que esto no es sostenible.

La agricultura, principal consumidor de agua

En 2013, la FAO estimaba que el 37,7 % de la superficie terrestre estaba destinada a la agricultura, y el 70 % de estas tierras eran de regadío. Se estima que, en la actualidad, la cantidad de agua necesaria para elloestáentre los 2.000 y 2.600 km³al año. El agua para regar se extrae de los recursos de agua dulce (acuíferos, ríos y lagos). Estos gráficos nos muestran el destino y la evolución en el tiempo del agua extraída en la Tierra durante el último siglo:

Imagen We Are Water

El 69 % de las extracciones de agua dulce en el mundo se destinan a la agricultura y la ganadería. El agua destinada al consumo doméstico (municipios) representa el 12 % , y la destinada a la industria el 20 %. Fuente: FAO (AQUASTAT). Gráfico: Cris Barredo / Latitud 42 / Fundación We Are Water

Imagen We Are Water

Por otra parte, el agua de los acuíferos estásobreexplotada: cada año extraemos 160.000 millones de m3 más del agua subterránea que la que se repone por la lluvia, sin contar que los fertilizantes y los residuos de la ganadería son las principales fuentes de contaminación del agua freática. La cantidad consumida de agua para producir una cosecha es enorme: se necesitan entre uno y tres m3 para cosechar un kilo de arroz y 1.000 toneladas para producir una tonelada de grano. Pero la producción de carne exige mucha más agua: para conseguir un kilo de carne de bovino se precisan 15.000 litros. Se hace evidente que para avanzar hacia la sostenibilidad deberemos revisar el equilibrio entre la dieta cárnica y la vegetariana. Para ello es aconsejable tener presente la huella hídrica de los alimentos usando la aplicación We Eat Water.

Las soluciones: los pequeños agricultores son la clave

El segundo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODM) es “Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible. La hoja de ruta para lograrlo se centra en tres puntos:

  1. Producir más alimentos con menos agua. Para ello hay que mejorar los métodos de cultivo y, sobre todo, los sistemas de riego.
  2. Crear resiliencia en las comunidades agrícolas para hacer frente a inundaciones y sequías. Invertir en los pequeños agricultores es la forma más efectiva de aumentar la seguridad alimentaria y la nutrición de los más pobres. Diversificar sus cultivos y formarles frente a la incertidumbre climática y meteorológica es fundamental.
  3. Aplicar tecnologías de obtención de agua potable que protejan el medio ambiente. La agricultura contamina y la extracción de agua y el riego requieren energía, para ello se hace preciso recuperar los métodos tradicionales de cultivo y sistemas de energía renovable. La pobreza energética viene asociada a la falta de acceso al agua. Hay que tener en cuenta que 1,4 millones de personas no tienen acceso a la electricidad y éste es uno de los principales obstáculos para la reducción del hambre.

Los proyectos que desarrolla la Fundación We Are Water son un buen ejemplo de cómo llevar estos principios a la práctica. La implementación del método de  irrigación por goteo es uno de ellos. Consisteen regar la planta gota a gota cerca de la raíz, reduciendo asíla pérdida de agua porfiltración y evaporación.De este modo, los agricultores del semidesértico estado indio de Andhra Pradesh ahorranhasta un 75 % de agua, que pueden utilizar para irrigar nuevas zonas de cultivo. Este sistema permite tambiéndisolver los fertilizantes en el agua alcanzando una mayor efectividad. Mira, por ejemplo, el proyectoDesarrollo de la horticultura a través de sistemas de riego por goteo en India. 

Para desarrollar la resiliencia de los pequeños agricultores frente a la sequía y las avenidas, la construcción de pequeños embalses es un método muy eficaz. Con ello los agricultores y ganaderos de las zonas semidesérticas logran disponer, en las estaciones más secas, del agua de lluvia recogida en los períodos húmedos. Estos embalses regulan las avenidas violentas y contribuyen a recuperar los acuíferos, lo que a su vez permite reforestar y frenar el ciclo perverso de la erosión. En el proyecto Construcción de un embalse en Ganjikunta, India puedes ver como, gracias la captación y almacenamiento de agua de lluvia, los agricultores hacen frente a la variabilidad de los monzones.

Los agricultores de las provincias de Loja, Zamora Chinchipe y El Oro en Ecuador, tienen también dificultades para obtener agua en la época seca debido a la falta de infraestructuras para su almacenamiento y distribución; mientras que, en su bosque húmedo, el exceso de agua hace que la erosión amenace con la deforestación. Puedes ver cómo el proyecto  Infraestructura de riego y formación agroecológica en Ecuador ayuda a aumentar y diversificar su producción, y la sostenibilidad de los ecosistemas, mediante la formación agroecológica y la mejora de las infraestructuras de riego. 

El proyecto Instalación de nuevos sistemas de fotoirrigación en Andhra Pradesh, India incide de lleno en la pobreza energética al aplicar sistemas de bombeo para riego por goteo movidos por energía solar. Las placas fotovoltaicas permiten a los pequeños granjeros beneficiarse de vivir en el denominado cinturón solar de la Tierra y obtener electricidad de una forma limpia y sostenible.

Paso a paso, mediante la aplicación de estos métodos tenemos que ir construyendo una nueva cultura del agua que permita asumir el gran reto que tenemos por delante. Si aplacamos la sed de la tierra, todos comeremos.