Turismo sostenible, factor de resiliencia

© Carlos Garriga/ We Are Water Foundation

El cese de la actividad turística a causa de la pandemia ha abocado a la pobreza extrema a muchas comunidades y ha frenado el ascenso del turismo sostenible. Éste es una de las claves para alcanzar los ODS en 2030 y un modelo de ’economía verde’ a escala para afrontar el cambio climático. En la profunda crisis provocada, tenemos que potenciar más que nunca una actividad que distribuye la riqueza con ética hacia las personas y el medio ambiente.

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El turismo sostenible se ha visto afectado por la pandemia y ha causado un súbito derrumbe de esta actividad en países africanos, centroamericanos y asiáticos. © Gran Velas

La covid-19 ha supuesto un duro golpe para muchos sectores económicos pero de forma muy especial para el del turismo. Los confinamientos, el cierre de fronteras y la drástica restricción de la movilidad han causado un súbito derrumbe de una actividad que evolucionaba a grandes pasos hacia la sostenibilidad, y se mostraba como un factor clave en el avance hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en 2030. 

Esto ha sido frustrante para muchos países africanos, centroamericanos y asiáticos que tenían depositadas sus esperanzas en el turismo sostenible, una actividad que les había proporcionado esta última década un motor para salir de la pobreza ante un futuro amenazado por el cambio climático y el desequilibrio demográfico. 

 

Conflicto y amenaza

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Un paso natural y necesario en la actividad turística: la concienciación de todos los actores, profesionales y huéspedes, en la importancia del buen uso del agua en la sostenibilidad planetaria. ©sara-dubler -unsplash

El concepto de turismo sostenible nació en la década de 1990 ante la creciente inquietud por los problemas creados por una industria del ocio muy cuestionada por sus prácticas mercantilistas y poco respetuosas con la cultura de los pueblos y el medioambiente. Hasta entonces, el deseo de sacar el mejor partido a unas favorables condiciones climáticas y al atractivo de culturas exóticas no reparaba frecuentemente en los costes hídricos, medioambientales y culturales inflingidos en las comunidades donde se ubicaban las instalaciones.

El agua siempre ha sido la principal vara de medir el impacto ambiental del turismo. El conflicto de esta actividad con el consumo de recursos hídricos y su contaminación disparó a principios de este siglo las alarmas ante la escasez de agua en las principales zonas turísticas de mundo. El gasto medio de agua del turista global es muy alto. Los datos que provienen de España, potencia internacional en el sector, lo corroboran: mientras que un ciudadano medio consume 127 litros al día, el gasto por turista oscila entre los 450 y los 800 litros, en función de la estación y de la zona. En ubicaciones situadas en el cinturón tropical, este consumo tiende a incrementarse y puede llegar a los 2.000 litros al día – en términos hoteleros, hasta 3.423 litros diarios por habitación -, según datos de la la Organización Mundial del Turismo (OMT).

La mayor parte del turismo internacional responde al reclamo de “sol y playa”, términos que en muchas ocasiones tienen una relación directa a “sequía y vulnerabilidad ambiental”, una situación endémica en los países mediterráneos y del cinturón tropical que el cambio climático amenaza con empeorar. 

Según el AR5, el informe sobre el cambio climático elaborado por el Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) de la ONU, las previsiones apuntan a que muchas de estas zonas, registrarán un descenso de la pluviosidad y un aumento de los fenómenos meteorológicos violentos durante las próximas décadas. Ambas amenazas son constatables en todo el Mediterráneo, norte de África, Oriente Medio, Centroamérica y los extremos norte y sur de Sudamérica, sur de África, sur de Indonesia, Australia y buena parte de la Polinesia.

 

Turismo sostenible, clave para los ODS

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El “ecoturismo” es definido como: “el viaje responsable a espacios naturales, que implica la conservación del medio ambiente y mejora del bienestar de la población local”. ©philipp-kammerer-unsplash

El turismo sostenible es relativamente joven. En 2002, como resultado de la creciente concienciación internacional, la propia OMT y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) organizaron la Cumbre Mundial del Ecoturismo en Quèbèc (Canadá). De ahí surgió el concepto “ecoturismo”, definido como: “el viaje responsable a espacios naturales, que implica la conservación del medio ambiente y mejora del bienestar de la población local”. 

A medida que en la sociedad se incrementaba la conciencia de la crisis climática y los desequilibrios planetarios económicos y demográficos, acabó de tomar cuerpo el concepto de “turismo sostenible”. Las Naciones Unidas lo incorporaron a la lucha por la consecución de los ODS y declararon 2017 como Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo, definiéndolo como “el turismo que tiene plenamente en cuenta las repercusiones actuales y futuras, económicas, sociales y medioambientales para satisfacer las necesidades de los visitantes, de la industria, del entorno y de las comunidades anfitrionas”. 

 

Modelo de economía verde a escala

En esta última década, el turismo sostenible ha logrado importantes avances y en la actualidad, la responsabilidad medioambiental es un valor al alza en el sector. Nunca como hasta ahora se había cuidado tanto del agua, la energía y los ecosistemas. La industria ha crecido en consonancia a la creciente sensibilización de los viajeros en el impacto medioambiental de los destinos que eligen. La oferta del turismo sostenible se enmarca plenamente en la filosofía de la economía circular: desalinización y reutilización del agua, uso de energías renovables, aprovechamiento de los residuos orgánicos como compost, huerto ecológico, materiales de construcción fabricados por industrias locales, respeto paisajístico, ajardinamiento con flora autóctona, merchandising de productos artesanales de la comunidad anfitriona y puestos de trabajo con preferencia a los ciudadanos de las comunidades locales.

De este modo, a nivel medioambiental, los nuevos resorts y hoteles diseñados según los parámetros de sostenibilidad constituyen un modelo de referencia a pequeña escala de la “ciudad regenerativa” a la que aspira el urbanismo y la arquitectura moderna comprometida con la consecución de los ODS: que las ciudades generen tantos recursos como consumen. 

 

Viajeros y huéspedes cada vez más concienciados

Esta filosofía se hace extensiva a los huéspedes, quienes junto al personal de las instalaciones participan en el cuidado del entorno, y aprenden y profundizan en la importancia del respeto por el medio ambiente, la mejora de la salud de las personas y el uso sostenible de los recursos. Un reflejo de las grandes posibilidades de esta filosofía es la iniciativa Let’sMake a Deal (Hagamos un trato) desarrollada por la Fundación We Are Water, que supone un paso natural y necesario en la actividad turística: la concienciación de todos los actores, profesionales y huéspedes, en la importancia del buen uso del agua en la sostenibilidad planetaria, y su implicación en trasladar las buenas prácticas a la vida cotidiana.

Es una tendencia que ha ido hasta ahora en notable aumento. Un estudio realizado unos meses antes de la pandemia de la covid-19 por Booking.com, entre más de 22.000 viajeros de 29 países consumidores de turismo, lo confirma: al 60% de los viajeros internacionales les gustaría tener acceso a un servicio (app/web) que les recomendase destinos en los que un aumento del turismo tendría un impacto positivo en la comunidad local; y el 51% estaría dispuesto a cambiar su destino original por uno menos conocido, pero similar, si ello redujese su impacto medioambiental.

 

El sector responde

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La actual crisis debe servir para que el sector y los ciudadanos seamos más conscientes de lo que significa para el planeta el turismo sostenible. ©harry-cunningham -unsplash

El sector turístico, directamente relacionado con los de la arquitectura, el urbanismo, la ingeniería y el diseño es desde tiempo sensible a la importancia de la sostenibilidad y del papel crucial que ésta juega en el desarrollo humano. Estas industrias y sus profesionales ven con optimismo un futuro verde, como queda de manifiesto en la plataforma de diálogo Smartwater, impulsada por la Fundación, un tanque de ideas para crear conciencia y potenciar iniciativas tanto en la dinámica individual de los profesionales como en las estrategias de las empresas.

Son buenas noticias, ya que en 2017 el turismo aportaba más de 10 % del PIB mundial y generaba alrededor de 115 millones de puestos de trabajo, y a nivel global era un sector en notable expansión. La tendencia al alza del turismo sostenible y del ecoturismo, experimentada la última década, presentaba dos valores esperanzadores: una mayor y más justa distribución de la riqueza y un aumento de la concienciación en la importancia de abandonar las malas prácticas pasadas.  

La pandemia no debe truncar una oportunidad de desarrollo para muchos de los países con las economías más necesitadas. La actual crisis debe servir para que el sector y los ciudadanos seamos más conscientes de lo que significa para el planeta el turismo sostenible. Como señalan los especialistas sanitarios y climáticos que están evaluando la situación creada por el coronavirus, una relación no intrusiva con el medio ambiente es clave para recuperarnos de la catástrofe y, especialmente, para no provocar otras en el futuro. La pandemia nos está mostrando nuevos riesgos asociados a la construcción de una sociedad global, sobre todo en el marco de relaciones asimétricas que vivimos. Ahora más que nunca el turismo debe convertirse en solución.