El agua es también la solución, no sólo el problema

Aunar la adaptación y mitigación del cambio climático a través del agua se plantea como la forma más eficaz de superar el reto de supervivencia que tiene planteado la humanidad. El agua forma parte de la solución. Cooperar es la clave para lograrlo.

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La percepción del aumento de la temperatura atmosférica, la irregularidad de las precipitaciones, las sequías, las inundaciones… han provocado un cambio en la opinión pública en la forma de percibir la importancia del agua en el planeta. ©Scott Wallace / World Bank

¿Somos más conscientes de la importancia del agua para el futuro de la humanidad? Según la UNESCO y ONU-Agua, sí, lo somos cada vez más y de una forma esperanzadora. En su Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2020 Agua y Cambio Climático, ambas instituciones destacan un hecho reivindicado por climatólogos, hidrólogos y expertos en recursos hídricos: la comunidad internacional ha comenzado a ver el agua como un “conector” entre los compromisos mundiales adoptados respecto al clima y el medio ambiente. Es una buena noticia.

En el prólogo del informe, Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO, señala que la palabra ‘agua’ rara vez aparecía en los acuerdos climáticos internacionales, a pesar de que desempeña un papel clave en cuestiones como la seguridad alimentaria, la producción de energía, el desarrollo económico y reducción de la pobreza”.

Este olvido” será pronto historia. La Agenda 2030 y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático y el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres, que son los acuerdos vigentes que rigen la cooperación internacional, hacen especial hincapié en salvar las brechas de conocimiento y comunicación entre los administradores del agua y los científicos climáticos. Estos acuerdos promueven medidas de mitigación y adaptación coordinadas que reconocen y comprenden que la mejora de la gestión del agua, es una herramienta fundamental ante la crisis climática.

Es lógico que sea así. En estos últimos años la concienciación internacional en la importancia de incluir el agua como factor clave en la coordinación de cualquier estrategia internacional ha ido aumentando. La percepción del aumento de la temperatura atmosférica, la irregularidad de las precipitaciones, las sequías, las inundaciones y, sobre todo, los problemas de suministro hídrico sufridos en muchas grandes ciudades han provocado un cambio en la opinión pública en la forma de percibir la importancia del agua en el planeta. La actual pandemia de la covid-19 está demostrando que sin acceso al agua y al saneamiento, la higiene y la salubridad son imposibles.

 

El agua, comunicador de la crisis medioambiental

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El agua es el medio a través del cual las sociedades experimentan los impactos más graves del cambio climático. © Carlos Garriga /We Are Water Foundation

Las alteraciones del ciclo hidrológico son uno de los factores que más han contribuido a dar a conocer el cambio climático y a concienciar al mundo, ya que el agua es el medio a través del cual las sociedades experimentan los impactos más graves del cambio climático. Sólo el 2,5 % del agua existente en la Tierra es dulce y de ésta tan sólo el 0,77% es accesible al ser humano. Es el agua que utilizamos para vivir, y es fácil deducir cómo este minúsculo porcentaje depende de las alteraciones del ciclo del agua en el planeta que protagoniza el 99,23 % restante.

Ese agua siempre estará prácticamente igual en el planeta, pero las alteraciones climáticas provocan que lo haga de forma diferente en el espacio y el tiempo. Las sequías e inundaciones son un ejemplo de ello y el cambio climático las está polarizando. También la contaminación del agua dulce ha destacado más desde siempre a la percepción humana que la del mar, aunque esta está siendo abrumadora los últimos años. Los científicos han explicado que la salud del agua salada de los océanos es vital para la absorción del carbono atmosférico y la supervivencia de la fauna marina, uno de los pilares de la seguridad alimentaria mundial.

“Un planeta, un océano” (One Planet, One Ocean) ha sido el lema de la campaña de la UNESCO, a la que ahora cabe añadir “una sola agua”: lo que afecta al mar, afecta a las nubes, a los ríos y a los acuíferos; de ello depende que 7.800 millones de personas puedan tener agua para beber, lavarse, cocinar, cultivar y abrevar a su ganado. Más allá de estas necesidades básicas, nuestra dependencia del ciclo hidrológico natural abarca toda nuestra actividad: la sostenibilidad de los asentamientos urbanos y rurales, la producción de energía, el desarrollo industrial, el crecimiento económico y los ecosistemas son todos dependientes del agua y, por lo tanto, son vulnerables a los impactos del cambio climático.

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La salud del agua salada de los océanos es vital para la absorción del carbono atmosférico y la supervivencia de la fauna marina, uno de los pilares de la seguridad alimentaria mundial. ©noaa -unsplash

 

El agua, protagonista obligada de la COP26 de Glasgow

La COP26, se celebrará del 1 al 12 de noviembre de 2021 en Glasgow (Escocia), después de que la crisis generada por el coronavirus haya obligado a aplazarla un año. Al contrario de lo que ocurrió hace cinco años en la COP21 de París, el agua tendrá un protagonismo destacado a la hora de plantear acuerdos y políticas de gobernanza.

Es urgente que sea así. En la actualidad unos 2.200 millones de personas carecen de agua potable y 4.200 millones, el 55% de la población mundial, carecen de un sistema de saneamiento adecuado, y unos 4.000 millones de personas experimentan actualmente una grave escasez física de agua durante por lo menos un mes al año. Alrededor de un millón de especies animales y vegetales se enfrentan a la extinción, y son las especies de agua dulce las más perjudicadas, disminuyendo en un 84% desde 1970.

 

El agua como solución

Ante este panorama desalentador, el informe de la UNESCO ilumina la esperanza al destacar que el agua no tiene que ser un problema sino que puede ser parte de la solución, ya que, tal como la experiencia de los últimos años ha demostrado, la forma en que se gestiona el agua influye en los factores que provocan el cambio climático.

Muchos científicos y expertos en gestión hídrica sostienen que hay que cambiar la forma de pensarque considera que la mitigación del calentamiento global atañe principalmente a la obtención de la energía, mientras que la adaptación es una cuestión principalmente de la gestión del agua.

En efecto, la mejora de la gestión del agua debe adaptarse al cambio climático (lucha contra los efectos de las inundaciones, disminución del estrés hídrico para la agricultura, la industria, etc.),pero la gestión del agua también puede desempeñar un papel muy importante en la mitigación del calentamiento global. Las intervenciones específicas como la protección de los humedales, el desarrollo de la agricultura de conservación y la adopción masiva de soluciones basadas en la naturaleza, pueden aumentar significativamente la captura del carbono atmosférico en la biomasa y los suelos; por otra parte, con un tratamiento eficiente de las aguas residuales se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, pudiéndose producir también biogás como fuente de energía renovable.

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La mejora de la gestión del agua debe adaptarse al cambio climático. ©defika-hendri-unsplash

 

¿Qué hemos de cambiar?

Tanto los científicos ambientales como los hidrólogos creen que convertir este conocimiento en acción es totalmente posible; sin embargo, para ello hará falta crear un entorno propicio a nivel global para que puedan producirse cambios transformadores positivos.

En primer lugar es preciso activar la cooperación sobre todo a nivel regional y y transfronterizo. Saber contemplar los problemas de los recursos hídricos con una perspectiva de cuenca es fundamental para gestionar el agua de forma eficiente, mejorar la comunicación, la obtención y el intercambio de datos y la cooperación sectorial. Todo ello crea una base favorable para atraer inversión y mejorar el acceso a los mecanismos de financiación, lo que es vital en los países con las economías más pobres.

Hace ya muchos años que los expertos abogan por la cooperación transfronteriza para cualquier solución de cualquier problema que afecte a los recursos hídricos. Hay que tener en cuenta que al menos 148 países poseen como mínimo una cuenca hidrológica transfronteriza. Por ello, se impone el entendimiento conjunto de gobiernos e instituciones para lograr un suministro de agua que asegure la lucha contra el hambre y la pobreza, la justicia social y la igualdad de género.

Estos mecanismos de cooperación ofrecen oportunidades potenciales para avanzar aún más en los componentes de adaptación y mitigación del cambio climático en la planificación del desarrollo del agua y viceversa. De hecho, muchos expertos no ven otra forma de hacerlo.

Históricamente, según datos del Banco Mundial, la gestión de los recursos hídricos, así como el suministro de agua y el saneamiento han estado notablemente sub financiados. A nivel global, la mayor parte de financiación disponible se ha destinado a la mitigación del cambio climáticoen detrimento de los proyectos relacionados con el agua. El informe de la UNESCO lo señala y defiende que conectar el agua con el cambio climático permitiría a los países aprovechar recursos adicionales para afrontar desde una única perspectiva los desafíos climáticos y hídricos, logrando mucha más efectividad y atractivo para los inversores.

Aunar la lucha por la adaptación y mitigación del cambio climático a través del agua beneficia la gestión de los recursos hídricos y mejora la prestación de servicios de abastecimiento de agua y saneamiento. También contribuye directamente a combatir tanto las causas del calentamiento atmosférico como sus consecuencias nefastas como las hambrunas, los movimientos migratorios, y reduce el riesgo de desastres.

Existen soluciones. Tras el cierto desánimo provocado por la COP25 de Madrid y las sombrías perspectivas planetarias debidas a la covid-19, esta visión del agua como herramienta para afrontar la crisis climática y como generadora de riqueza es una luz de esperanza para lograr la totalidad los Objetivos de Desarrollo Sostenible.