El incierto destino del lago Manchar

© The Floating Family, short film by Shahrukh (Pakistan)

La “gente de los barcos”, que vive a flote a bordo de precarias embarcaciones en el lago Manchar, ve con desánimo su futuro. La contaminación y salinización de las aguas ya casi no les da pesca y les empuja a migrar a tierra firme o hacia el mar. The Floating Family, finalista en la categoría micro-documental del We Art Water Film Festival 5, narra la precaria situación de los últimos pescadores que sobreviven en el mayor lago de Pakistán.

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Vivir en una casa flotante puede parecer un privilegio para muchos, pero para Gul Hasan, protagonista del corto The Floating Family, es una circunstancia que les está empujando a migrar para sobrevivir. Hasan es miembro de la tribu indígena Mohana, también conocida como la “gente de los barcos”. Sus ancestros se asentaron en las riberas del río Indo hace siglos y pasaron a vivir en casas flotantes cuando se creó el lago Manchar en 1932.

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Desde entonces los mohanas prosperaron viviendo principalmente de la pesca; sus casas se convirtieron en barcos en los que, a principios de la década de 1980, llegaron a constituir una comunidad de unas 20.000 personas que vivían de las abundantes capturas que les proveía el mayor lago de Pakistán. Pero su prosperidad ha desaparecido. Según el Pakistan Fisherfolk Forum (PFF), una organización que trabaja para promover los derechos de la comunidad pesquera local, en la actualidad, hay tan sólo unos 4.500 habitantes sobre las aguas del lago, que ya casi no pueden vivir en sus aguas salobres y contaminadas.

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La decadencia de la pesca

El Manchar es uno de los mayores lagos de agua dulce de Asia. Está situado al oeste de la provincia de Sindh en Pakistán, y forma parte de la cuenca del Indo, el río alrededor del cual gravita la vida del país. Su superficie media es de 200 km², unos 40 durante la estación seca y unos 520 durante la del monzón y la del final de la primavera, cuando se deshielan los Himalayas.

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El Manchar es en realidad un lago artificial creado en 1932 mediante la construcción de dos canales derivados del río y la presa de Surruk. Su finalidad era regular las crecidas y permitir ampliar la superficie agrícola a base de regadío, y durante casi medio siglo se logró plenamente el objetivo.

Los problemas comenzaron en 1982, cuando el Gobierno decidió construir una red de canales y drenajes en la ribera derecha del Indo. Conocida como RBOD (Right Bank Outfall Drain), la infraestructura pretendía combatir el anegamiento y la salinidad que estaba destruyendo grandes extensiones de tierra cultivable alrededor de las ciudades de Dadu y Larkana, aguas arriba del Manchar.

Pero el efecto no fue el deseado, la salinidad avanzó y las aguas comenzaron a contaminarse por los vertidos industriales. La vida acuática se resintió y la pesca se redujo drásticamente. Según el PFF, de las 2.300 toneladas métricas que se obtenían en 1944, tan sólo se llegó a 700 a finales de la década de 1980. A partir de 1992 los vertidos aumentaron y también lo hizo la salinidad. En la actualidad,las aguas del Manchar no producen más de 75 toneladas métricas de pesca.

 

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Aguas insalubres

El agua del lago se ha vuelto muy insalubre. Los mohanas que sobreviven tiene que desembarcar a tierra y alquilar un carro tirado por un burro para obtener unos bidones de agua potable de los 20 puntos de suministro en tierra. Cada viaje les cuesta el equivalente a 0,14 dólares estadounidenses, una fortuna para quienes apenas consiguen pesca para vender. Consiguen así unos 60 litros de agua que, a bordo, es un tesoro exclusivo para beber y cocinar. Usan la del lago para bañarse, lavar ropa y los utensilios de cocina; esta es la causa de que la tuberculosis, las enfermedades de la piel y las infecciones oculares, como el tracoma, que conducen a la ceguera, se hayan hecho endémicas en la zona.

A la contaminación química por el mal funcionamiento del RBOD se han unido los sensibles efectos del cambio climático, con una disminución del hielo en las montañas, y un acusado descenso de las precipitaciones en las zonas más secas del país. Por otra parte, la construcción de presas en la cuenca del Indo no ha cesado estas últimas décadas, lo que ha contribuido a una alteración de los limos en el delta que forma el río al desembocar en el mar Arábigo. En él viven más de un millón de personas de los que sólo alrededor de un tercio tiene acceso al agua potable

El aumento de la salinidad, uno de los males endémicos y prácticamente universales en los deltas de la Tierra, no se detiene. En el delta del Indo está perjudicando a los manglares y a todo el equilibrio ecológico, y poder controlarla constituye uno de los principales objetivos medioambientales del Gobierno pakistaní.

 

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Migrar, ¿Adónde?

Los mohanas han sido la primera línea de perjudicados por la degradación del agua. Muchos habitantes de los barcos se han visto obligados a trasladarse a los terrenos ribereños. Otros, como los protagonistas del corto de Shahrukh, se plantean ir a pescar al mar, una modalidad de pesca que no conocen y que les obliga a una navegación más peligrosa.

Aunque Pakistán no ha realizado un censo desde 1998, en la actualidad se estima que hay entre 4.000 y 5.000 personas viviendo en el lago, lo que contrasta con las 20.000 de la década de 1980. La migración hacia las ciudades, como la vecina Karachi, ha sido la mayoritaria. Tugurios como el de Orangi Town, uno de los mayores del mundo, crecen continuamente con los desplazados a causa de la degradación ambiental.

El futuro del lago Manchar es incierto. Los planes del Gobierno se basan en la construcción de un nuevo canal para regularizar los efluentes al mar. Sin embargo, el proyecto, conocido como RBOD-II, ha tenido retrasos prolongados y sobrecostos notables. Mientras, los habitantes del Manchar esperan que se repitan las inundaciones del pasado año que aunque, en plena pandemia, fueron nefastas para Pakistán, causaron paradójicamente la reducción de la contaminación y la salinidad. Pero la realidad apunta a que las precipitaciones menguarán y los caudales se reducirán, por lo que es preciso invertir ya en medidas que si bien no solucionen lo irreversible, sí lleguen a paliar los daños causados en el agua.

Son muchos los lagos en peligro: el Titicaca, el Poopó, el Urmía, el Victoria, el Wular… Todos ellos atesoran culturas ancestrales y todos ellos presentan ecosistemas singulares que son vitales para lograr los ODS. Forman parte de las reservas de agua dulce de un planeta que las necesita todas y no puede perderlas.