El 3 de junio de 2018, la tierra tembló en las faldas del Volcán de Fuego, en Guatemala. Fue la erupción más violenta desde 1974. Una lengua de fuego descendió a gran velocidad, arrasando cuanto encontraba a su paso. Murieron más de 60 personas, cientos de hogares quedaron calcinados y el sistema de agua del río Ceniza fue destruido. Durante semanas, miles de personas de Siquinalá y las comunidades cercanas quedaron sin acceso a agua segura.
Este microdocumental no solo cuenta la tragedia, sino también la historia de la reconstrucción que llevamos a cabo en colaboración con World Vision, devolviendo el agua a las comunidades de la cuenca del río y beneficiando a un total de más de 11.700 personas. Un relato de resiliencia frente a uno de los fenómenos naturales más devastadores y menos conocidos: los lahares.
Es un relato de las lecciones que deja la destrucción, y de cómo una nueva ingeniería hidráulica puede reducir la vulnerabilidad de quienes están más expuestos a los desastres naturales.
Cuando el agua desaparece con el volcán
“¿Cómo escapar? ¿A dónde vamos a ir?” recuerdan los habitantes de Siquinalá. La primera oleada de destrucción llegó con los flujos piroclásticos: una mezcla letal de gases y materiales volcánicos a más de 600 ºC que se desplazaron a más de 100 km/h. Poco después llegaron los lahares: riadas de fango, ceniza y rocas que se activaban cada vez que llovía, arrastrando puentes, caminos, cultivos e infraestructuras hidráulicas.
El sistema de agua del río Ceniza quedó inutilizado. Los lahares se llevaron las conducciones y contaminaron cualquier captación superficial. Como siempre ocurre en los desastres naturales, el agua desapareció justo cuando más se necesitaba.
El sistema de agua del río Ceniza quedó inutilizado. Los lahares se llevaron las conducciones y contaminaron cualquier captación superficial.
Flujos piroclásticos y lahares: dos destructores con diferentes tempos
El poder destructivo de los flujos piroclásticos es enorme ya que pueden avanzar sobrepasando obstáculos, calcinando o soterrando bajo detritos la zona que atraviesan. Según el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés), los flujos piroclásticos han sido los responsables de unas 120.000 muertes en todo el mundo durante los últimos 500 años y de más de 30.000 sólo en el siglo XX.
Estas lluvias de fuego han constituido en el acervo popular uno de los iconos del Apocalipsis; sobre todo desde que en siglo XIX las excavaciones arqueológicas descubrieran los huecos de cuerpos humanos encontrados en trágicas posturas defensivas bajo capas de cenizas en las ruinas de Pompeya tras la erupción del Vesubio el 24 de agosto de 79 d.C. Los arqueólogos estiman que murieron unas 5.000 personas en pocos minutos en el que probablemente sea la erupción más antigua que esté documentada.
Los lahares aparecen algo más tarde. Son flujos que pueden alcanzar hasta 200 km/h en zonas de mucha pendiente y su poder destructivo es comparable al de una avalancha o una riada torrencial, pero con el añadido del material volcánico arrastrado, que es altamente abrasivo.
Los lahares han sido responsables de algunas de las catástrofes naturales más mortales del siglo XX, como la tragedia de Armero, en Colombia, en 1985, que causó más de 20.000 muertes. En Guatemala, el Volcán de Fuego sigue activo y representa una amenaza constante.
Reconstruir el agua. Reconstruir la vida
El documental explica cómo los flujos piroclásticos causaron el mayor número de muertes y los lahares arrasaron las infraestructuras cuya reconstrucción fue el principal objetivo de nuestro proyecto. La intervención se articuló en tres ejes:
- Reconstrucción del sistema de agua, con una nueva conducción subterránea más resistente a futuras erupciones.
- Instalación de sistemas de captación de agua de lluvia, con tanques de cemento reforzado diseñados para resistir los lahares.
- Capacitación técnica y comunitaria, para asegurar un mantenimiento autónomo y eficaz.
En el documental puedes ver los nuevos tanques, los lavamanos, los lavaderos y las instalaciones de saneamiento por las que ahora vuelve a fluir el agua. El agua de lluvia se almacena protegida de la ceniza y se distribuye de forma segura a los hogares y campos de cultivo.
En el documental puedes ver los nuevos tanques, los lavamanos, los lavaderos y las instalaciones de saneamiento por las que ahora vuelve a fluir el agua.
Don Juanito, el guardián del agua
Cada tres horas y media, Don Juanito abre las válvulas de los depósitos situados en lo alto de la ladera del volcán. Lleva cuatro años haciéndolo, con precisión meticulosa. “Es un trabajo de 12 horas al día. Pero hay que hacerlo, pues nadie puede sobrevivir sin la bendita agua”, afirma. Conoce muy bien cómo funciona el sistema que ayudamos a construir, en el que él y los miembros de su comunidad participaron plenamente.
Don Juanito es uno de miembros de la comunidad de Siquinalá que capacitamos conjuntamente con World Vision y las autoridades guatemaltecas para el manejo y mantenimiento de las instalaciones. La formación fue más allá: mejoramos sus conocimientos en temas hidrológicos y climáticos, y divulgamos protocolos para actuar de manera inmediata, en caso de una emergencia, garantizando a las familias el suministro regular de agua.
Su figura demuestra la fuerza de las comunidades cuando se les ofrecen las herramientas necesarias para reconstruir con resiliencia y prevenir futuras emergencias.
Cada tres horas y media, Don Juanito abre las válvulas de los depósitos situados en lo alto de la ladera del volcán. Lleva cuatro años haciéndolo, con precisión meticulosa.
Una experiencia que se multiplica
La intervención en Siquinalá forma parte de nuestro compromiso con las comunidades afectadas por desastres naturales. Con éste, hemos desarrollado hasta la fecha nueve proyectos, ayudando a más de 71.000 personas que han perdido el acceso a agua, saneamiento e higiene tras erupciones, terremotos o inundaciones en Turquía, Indonesia, Mozambique, Zimbabwe, Filipinas y Nepal..
El documental es un testimonio de todo lo que puede hacerse cuando el acceso al agua se convierte en prioridad después de la catástrofe. Porque cuando un volcán arrasa el agua, arrasa también la vida. Pero donde vuelve el agua, renace la esperanza.
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