“Maximize”, el valor de un cubo de agua

El cortometraje de Bertrand Ndukong, ganador en la categoría micro-ficción del We Art Water Film Festival 3, denuncia la dura realidad de millones de mujeres africanas que, debido a la falta de acceso al agua, tienen que aprovechar al máximo la poca que pueden transportar, con los riesgos que esto conlleva para su seguridad, salud y educación.

Maximize nos sitúa en Camerún, uno de los países con mayores contrastes climáticos del mundo. Un “África en miniatura” que nos muestra la variedad de problemas de acceso al agua que sufren los habitantes del continente.

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Como comenta Bertrand Ndukong, la búsqueda diaria de agua es una actividad habitual en amplias zonas de Camerún, incluyendo las ciudades más importantes. Maximize es una denuncia de las consecuencias humanas de esta carencia y al tiempo un homenaje a la protagonista, una chica que vive acarreando diariamente un cubo de agua y una botella cuyo contenido se ve obligada a administrar para las tareas de limpieza doméstica, saneamiento e higiene personal, arriesgando su salud y su acceso a la educación.

El micro documental refleja un caso real, vivido de cerca por Bertrand, que nos hace comprender mejor los objetivos de #NoWalking4Water, la campaña internacional que la Fundación ha lanzado para combatir esta lacra indigna que afecta a millones de mujeres de todo el mundo.

 

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Camerún, un “África en miniatura” bajo la amenaza del cambio climático

“En Camerún la escasez de agua forma parte de la vida diaria desde la infancia” – afirma Bertrand – “todos hemos pasado por esta experiencia”. Puede resultar paradójico que esto ocurra en poblaciones que, como la que muestra el microdocumental, están situadas en una zona ecuatorial del país donde abunda la lluvia y los ríos caudalosos. La falta de infraestructuras, unido a una mala gestión de los recursos hídricos y movimientos migratorios descontrolados, han hecho que la falta de acceso al agua sea un mal endémico en todo el país.

Camerún es un país de enormes contrastes climáticos y, por consiguiente, hídricos. Su situación geográfica y su extensión alargada de norte a sur, hacen que su extremo septentrional alcance la zona semidesértica del lago Chad, asomándose al Sahel, mientras que en la zona meridional se desarrolle el frondoso bosque ecuatorial. La variación de la pluviosidad nos da una idea del contraste: 500 mm (litros) en el extremo norte y 10.000 mm en el sur. Entremedio, una zona de transición formada por mesetas con estaciones climáticas notablemente diferenciadas: temporada de lluvias (de marzo a junio), estación seca corta (julio y agosto), época de lluvias (de septiembre a noviembre) y gran estación seca (de diciembre a febrero).

En la zona costera y la occidental las lluvias caen durante nueve meses consecutivos a partir de marzo a noviembre; allí está el pueblo de Debundscha que con 10.299 mm anuales es uno de los 10 lugares del mundo en los que más llueve. Debundscha está al pie del monte Camerún, un volcán activo que con sus los 4.070 metros es la cuarta montaña más alta de África y cuya cumbre aparece ocasionalmente nevada.

Estos contrastes hacen que Camerún sea considerado una “África en miniatura”. Un país en el que se reproducen casi todas las condiciones del resto del continente y, por tanto, también sus problemas de agua.

En la zona de las mesetas occidentales el gobierno promovió la siembra de plantas de eucalipto con el objetivo de obtener madera para la construcción y para obtener energía. Esto provocó una seria alteración del ecosistema con una notable disminución de los acuíferos que coincidió con la progresiva disminución de las lluvias; el resultado fue que, desde hace unos 30 años, muchos pozos se secan durante las estaciones sin lluvia, tendencia que perdura agravándose progresivamente. Ésta es una de las causas de que en estas zonas el acceso al agua se vea constantemente comprometido y la productividad agrícola disminuya.

Esta situación se da con mayor gravedad en el norte donde, desde la década de 1950, las lluvias han disminuido alrededor de un 20 %. La progresiva desecación del lago Chad es un dramático ejemplo de los malos augurios climáticos para el Sahel, una zona que está sufriendo también la violencia terrorista de Boko Haram. “El cambio climático, la pobreza extrema y el extremismo han llevado a un cóctel explosivo que está afectando a millones de personas”, señaló recientemente el coordinador humanitario de la ONU para el Sahel, Toby Lanzer. Sólo en el norte de Camerún se produjeron 63 ataques suicidas durante el pasado mes de enero, lo que junto a la inseguridad alimentaria está provocando movimientos migratorios descontrolados.

En la década de 1960, la superficie del lago Chad era de unos 26.000 km2, actualmente es inferior a 800 km2. Es un proceso similar al de la desecación del mar de Aral y el lago Urmía. Pese a que en su zona norte se han detectado recientemente signos de recuperación del manto vegetal, los expertos auguran que el lago Chad desaparecerá totalmente dentro de 20 años si no se toman medidas coordinadas entre los países ribereños (Chad, Camerún, Níger y Nigeria). El cambio climático y la sobreexplotación de los acuíferos debido al cultivo intensivo del algodón son sus principales amenazas. En la actualidad unos 30 millones de personas viven directamente de los recursos que les proporciona el agua del lago.

Imagen We Are Water

Una vista aérea de uno de los afluentes del río Níger, en Camerún. © Un photo/Shaw Mc Cutcheon

#NoWalking4Water, un objetivo de todos

Los problemas a los que se enfrenta Camerún nos sensibilizan y hacen reflexionar sobre la dramática dimensión humana de la falta de agua. Millones de mujeres viven en el mundo como la protagonista de Maximize. Las horas que emplea en acarrear su cubo y su botella se suman a las más de 40.000 millones de horas que mujeres y niñas africanas desperdician al año en llevar agua a sus hogares. Recuperar este tiempo para la educación y el trabajo es la base de su dignidad y de la nuestra.