Alimentación y clima, impacto mutuo

Lograr que el sistema alimentario sea sostenible es uno de los grandes desafíos de esta década. Más allá de la salud, la evidencia del impacto del sistema alimentario en el clima, el medio ambiente y el acceso al agua es cada vez mayor. Los climatólogos alertan de que esta relación debe ser tenida muy en cuenta para lograr los ODS. 

Vídeo

La humanidad no ha conocido ningún periodo en el que el hambre no estuviera causando dolor y muerte en alguna parte de la Tierra. Las hambrunas han sido tradicionalmente uno de los más evidentes indicadores de pobreza y abandono, de injusticia y desigualdad. Sequías, guerras, inflación y epidemias causan hambre y nos evidencian la extrema vulnerabilidad de la seguridad alimentaria. Últimamente nos estamos dando cuenta de un nuevo factor de inseguridad: el propio sistema alimentario es insostenible e incrementa el cambio climático.

Siempre ha existido una relación muy cercana entre el clima y el hambre.Pero esta relación no empezó a estudiarse a fondo hasta que las grandes potencias económicas detectaron que las sequías y la falta de acceso al agua eran un factor esencial de desequilibrio geopolítico. En 1974, la Asamblea General de las Naciones Unidas convocó la Conferencia Mundial de la Alimentación en Roma, en la que las grandes potencias y destacados observadores políticos advirtieron de que las variaciones climáticas deberían ser seguidas con atención y era preciso redoblar esfuerzos para prevenirlas. Por entonces, aún no se hablaba de “cambio climático”, aunque los informes científicos anunciándolo y alertando de su efecto desestabilizador ya se acumulaban en los despachos de los gobernantes.

En la década de 1980, las hambrunas en África impresionaron a los países desarrolladosy acercaron la dura realidad de las sequías a la sociedad. Desde entonces, a medida que el cambio climático se fue manifestando, la evidencia de que el calentamiento atmosférico era un factor de inseguridad alimentaria se hizo indiscutible. La siempre complicada y espinosa gestión del territorio agrícola y el uso del agua para riego centralizaban las críticas y las ideas; no en balde la agricultura y la ganadería son los sectores ques agua consumen (entre el 70 y el 90 %, dependiendo del país).

Imagen We Are Water

Lograr que el sistema alimentario sea sostenible es uno de los grandes desafíos de esta década.© annie-spratt-GaLzDCnA5EI-unsplash

 Clima y alimentación, tanto monta

En 2019, justo antes de la pandemia del coronavirus, dos informes científicos entraron de lleno en la crítica del sistema alimentario mundial desde la perspectiva de los malos augurios climáticos. El primero fue el informe Dietas saludables a partir de sistemas alimentarios sostenibles, de la EAT-Lancet Commission, un estudio que añadió un factor de controversia formulando una pregunta que dio la vuelta al mundo y de la que todavía no tenemos una respuesta satisfactoria:  ¿”Qué” y “cómo” deberían comer los casi 8.000 millones de habitantes de la Tierra para garantizar las sostenibilidad del sistema alimentario mundial?

Imagen We Are Water

Sequías, guerras, inflación y epidemias causan hambre y nos evidencian la extrema vulnerabilidad de la seguridad alimentaria.En la imagen, riesgo de sequía y hambruna. Construcción de presa de agua. Somalia @UNDP

El segundo informe llegó meses después. El IPCC dio una vuelta de tuerca al problema del clima al publicar el Informe especial sobre cambio climático y tierra, un profundo estudio fruto de la colaboración de 107 especialistas de 52 países. El informe marcó un hito al ser la primera vez que los climatólogos entraban de lleno en el estudio de la seguridad alimentaria, incidiendo en las enormes diferencias en lo que respecta al consumo de alimentos y los sistemas de producción que existían en el mundo.

El factor determinante de la importancia del sistema alimentario en la sostenibilidad global es la huella hídrica, el agua utilizada en la producción de bienes y servicios. Casi el 92% de la huella hídrica planetaria pertenece a la producción de alimentos; y los alimentos de origen animal están entre los que más agua consumen. Si consultas nuestra aplicación para móviles We Eat Water lo podrás comprobar. 

La huella hídrica de la actividad económica está estrechamente relacionada con la huella de carbono, y ambas inciden en la ecológica, y ahora más que nunca resulta evidente que las tres huellas deben ser los instrumentos para desarrollar una estrategia conjunta.

Imagen We Are Water

Es fundamental hacer un frente común para que las tecnologías de ahorro de agua se implementen y lleguen a las comunidades más abandonadas. En la imagen, dos mujeres hacen todo lo posible para cavar otro terreno del que prevén una buena cosecha, aunque el suelo tiende a secarse. Mozambique. © Leopoldino Jeronimo / Kepa

Tres estrategias simultáneas

Esta relación entre alimentación y clima levanta controversias sociales y políticas, pero es ineludible afrontarla en la carrera hacia los ODS. El pasado junio las Naciones Unidas auspiciaron la Stockholm+50, un encuentro entre gobiernos, empresas privadas y representantes de la sociedad civil, especialmente los jóvenes, para acelerar la toma de medidas ambientales hacia 2030.

El título del evento hace referencia al 50 aniversario de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, celebrada en la misma capital sueca en 1972. El espíritu de la reunión mostró algunos aspectos pesimistas: poco hemos avanzado en medio siglo en la salvaguarda de la biodiversidad, el control de la contaminación y la seguridad alimentaria. De hecho, pese a evidentes mejoras, las asignaturas pendientes siguen siendo las mismas y se han añadido nuevos factores negativos como el cambio climático y el descontrol del sistema alimentario, que fue uno de los temas más importantes de los debates.

A este respecto, las conclusiones de los expertos fueron claras: el sistema alimentario es el que más contribuye a que sobrepasemos los límites de la naturaleza, y es causa de buena parte de la emisión de gases de efecto invernadero y de la sobreexplotación del agua. Su revisión se planteó como una de las necesidades más urgentes para la comunidad internacional. No faltaron propuestas, y la buena noticia fue la convergencia entre todas las partes en definir estrategias.

La primera hace referencia a la revisión del modelo agrario mundial. Es fundamental hacer un frente común para que las tecnologías de ahorro de agua se implementen y lleguen a las comunidades más abandonadas, al tiempo que se reduzca el uso de productos químicos, como fertilizantes y pesticidas, y se apueste por la adopción de técnicas basadas en los cultivos diversificados y regenerativos. Aquí es preciso tomar medidas de gobernanza adecuadas: es necesario un marco de referencia mundial para mejorar la gestión del territorio agrícola, de forma acorde con la disponibilidad de agua y las condiciones climáticas de cada región. También es urgente el diseño de incentivos para la inversión en técnicas sostenibles y en la investigación ecológica del territorio.

Otra estrategia urgente es la inversión en investigación climática y meteorológica. Es muy necesario prever con la máxima exactitud las temidas sequías simultáneas y las olas de calor,especialmente si estas pueden darse conjuntamente con las sequías. La inversión en sistemas de predicción local son una importante ayuda para optimizar las técnicas de captación de agua de lluvia y ahorrar agua de riego.

Imagen We Are Water

La FAO advierte de que la denostada ganadería es económicamente crucial para cerca del 60% de los hogares rurales en países en vías de desarrollo. En la imagen, un agricultor trabaja bajo el sol para cultivar arroz en la región de “Andhra Pradesh”, India, durante época de sequía. © Bindaas Madhavi

La controversia dietética

La revisión de los hábitos alimenticios también estuvo presente en Estocolmo. Ya en el Informe especial sobre cambio climático y tierra, el IPCC recomienda avanzar decididamente en la reducción del consumo de carne, fomentar el consumo de vegetales de temporada y de proximidad, y reducir el lacerante desperdicio de alimentos. La adopción de un “frente internacional dietético” es complicada, pues además de las presiones de los mercados alimentarios, es muy complejo considerar conjuntamente la dieta de los que tienen el privilegio de desayunar, comer y cenar cada día, con la de los aproximadamente 1.700 millones de personas que subsisten con almidones de baja calidad y tienen un acceso muy limitado a leche, carne, huevos y pescado. La FAO advierte de que la denostada ganadería es económicamente crucial para cerca del 60% de los hogares rurales en países en vías de desarrollo.

Ya no hay vuelta atrás; hasta ese momento, los sectores de la energía y del transporte habían sido los principales escenarios en los que se dibujaban y planificaban soluciones de mitigación y adaptación a la crisis climática. Ahora el sistema alimentario se muestra como uno de los grandes desafíos de lo que nos queda de década hacia los ODS.