Madagascar: la advertencia de la deforestación

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Abordar de forma transversal la concienciación en la salvaguarda de la naturaleza y el acceso al agua y la higiene en las zonas más olvidadas de Madagascar es uno de los objetivos del nuevo proyecto de la Fundación. La mayor isla de África presenta una de las peores tasas de higiene del mundo, lo que configura con la pandemia una situación sanitaria alarmante. También su extraordinaria biodiversidad se deteriora con la deforestación y muestra una relación con la pobreza que debe revertirse.

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La concienciación en la salvaguarda de la naturaleza, el acceso al agua y la higiene en las zonas más olvidadas de Madagascar es uno de los objetivos del nuevo proyecto de la Fundación© Luc Legay

En los casi 600.000 km2 de Madagascar se dan los cinco climas preponderantes en África: el ecuatorial, el tropical de sabana, el subtropical húmedo, el semidesértico y el desértico. Esta diversidad climática proporciona a los malgaches una tierra que es un tesoro ecológico: el 5 % de la biodiversidad del planeta se acumula en la que es la mayor isla de África y la cuarta más grande del mundo. Este tesoro medioambiental lleva décadas degradándose y está amenazado de desaparición si no se actúa con urgencia.

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Los lémures están en peligro de extinción a causa de la deforestación y el cambio climático. ©Mathias Appel

 

Los lémures, indicadores medioambientales

Por su aislamiento geográfico ancestral en el océano Índico, Madagascar alberga decenas de especies endémicas, una larga lista de animales únicos entre los que destacan las casi 100 especies y subespecies de lémures, uno de los primates más peculiares y famosos que son un símbolo del país.

Los lémures desempeñan un papel clave en la reproducción de varios tipos de especies vegetales y desde décadas se sabe que son extremadamente sensibles a la degradación de su hábitat. La salud de la población de lémures es un indicador del estado de la biodiversidad de la selva tropical oriental de Madagascar, la que recibe las lluvias provenientes del Índico y que contiene la mayor riqueza de flora y fauna endémicas.

Un estudio publicado el pasado año en la revista Naturepor 22 científicos norteamericanos y malgaches concluye que los lémures están en peligro de extinción a causa de la deforestación y el cambio climático. Según el estudio, en 2070, de combinarse la tendencia a la deforestación y las peores perspectivas climáticas, un 93% del hábitat de los lémures desaparecería y con él la mayor parte de las especies y subespecies de los singulares primates.

 

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La degradación del medio ambiente de la isla avanza implacablemente y el cambio climático agravará estas presiones. © ESA/NASA

El avance de la deforestación

El estudio confirma lo que se temía desde que los científicos comenzaron analizar la imágenes aéreas en la década de 1950 y las satelitales desde 1972. En 1985, cuando se realizó un estudio comparativo de las fotografías, se vio claramente que sobrevivía sólo la mitad de los 7,6 millones de hectáreas de bosque tropical existente en 1950. La imágenes permitieron calcular que se perdían 111.000 hectáreas por año, tendencia que se confirmó en 2005: el país había perdido un total de 854.000 hectáreas de bosque desde 1990.

Los incendios agrícolas descontrolados, la sobreexplotación de los acuíferos y la tala indiscriminada habían desencadenado un ciclo de degradación del suelo irreversible en la mayor parte de los casos. Según datos satelitales recientes, corroborados por los científicos del estudio de Nature, en 2012, la tasa de pérdida de bosques en Madagascar seguía aumentando.

La degradación del medio ambiente de la isla avanza implacablemente y el cambio climático agravará estas presiones. Según la consultora de riesgos Maplecroft, Madagascar está clasificado como el tercer país más vulnerable del mundo al cambio climático, después de Bangladés e India.

Hay evidencias de que, entre 1961 y 2005, las temperaturas han aumentado 0,2 °C en el norte de Madagascar y 0,1 °C en el sur. También se ha detectado una reducción de las precipitaciones invernales y primaverales acompañadas de aumentos en la duración de los períodos secos en la mayor parte de la isla.

 

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La pobreza que atenaza a su población rural que es incapaz de gestionar adecuadamente su agricultura y el acceso al agua. © Etienne

La higiene retrocede en un país que parece olvidado

 Los problemas medioambientales de Madagascar se acrecientan con la pobreza que atenaza a su población rural que es incapaz de gestionar adecuadamente su agricultura y el acceso al agua. Según el Banco Mundial, en 2012 (el año de datos más recientes), el 77,6% de la población vivía por debajo de la línea de pobreza de 1,9 dólares por día.

Esta tasa parecía descender ligeramente desde esa fecha pero otros indicadores, como el acceso al agua y al saneamiento han seguido empeorando y actualmente Madagascar ocupa el puesto 161 entre 189 países en el Índice de Desarrollo Humano (IDH), un dato poco conocido por la opinión pública internacional que contempla la isla como un paraíso de la biodiversidad y destino turístico privilegiado. Pero la pandemia de la covid-19 ha supuesto un duro golpe en los florecientes ingresos por turismo, de forma similar a la de la mayor parte de países de los cinturones tropicales.

Poco han trascendido hasta ahora las estadísticas del Banco Mundial sobre las personas que practican la defecación al aire libre que muestran que Madagascar se encuentra entre los 10 países con las tasas más altas. El 40% de la población la practicas de 10 millones – y con una clara tendencia al alza: en 2000, alcanzaba casi un 38 % de la población, mientras que en 2017, sobrepasaba el 44 %. En todo el país sólo el 17 % tiene acceso al saneamiento básico y sólo el 23% de la población tiene acceso a un servicio básico de lavado de manos.

Actualmente en Madagascar,el 57 % de las personas depende de aguas superficiales o puntos de agua no mejorados para su suministro, lo que junto a la defecación al aire libre y las malas prácticas de higiene, son causas del 90% de los casos de diarrea, enfermedad que es la segunda causa de mortalidad infantil en el país.

Las sequías que se dan con mayor frecuencia en las zonas más áridas incrementan las tasas de desnutrición crónica o retraso en el crecimiento que afecta al 42% de todos los niños menores de cinco años. La lucha contra la pandemia de la covid-19 pasa indefectiblemente por fomentar las actividades WASH (Agua, saneamiento e higiene) entre la población, lo que a tenor de su situación es un reto de gran magnitud.

 

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La Fundación ha iniciado un proyecto con UNICEF para ayudar en esta estrategia en dos zonas muy vulnerables de la isla. © UNICEF

Un nuevo proyecto de la Fundación

La Fundación ha iniciado un proyecto con UNICEF para ayudar en esta estrategia en dos zonas muy vulnerables de la isla. En las regiones de Atsimo Atsinanana, en la costa este, y Androy, en el sur. El proyecto beneficiará directamente a unas 4.000 personas, e indirectamente, sus beneficios pueden llegar hasta 25.000 personas contemplando los entornos rurales vecinos.

El proyecto se basa en la participación de la comunidad en la gestión del agua subterránea, un aspecto fundamental para la transmisión de las bases de la economía verde. Del mismo modo, la identificación de las prácticas de higiene inadecuadas, su trascendencia en la salud y su relación con el medio ambiente implican la participación directa de la de las comunidades. El proyecto incide también en la importancia de abordar simultáneamente y de forma transversal la concienciación en la salvaguarda de la naturaleza y el acceso al agua y la higiene.

 

Los ODS necesitan la transversalidad

La ciencia demuestra cada día la relación entre el deterioro del medio ambiente y la pobreza. Situaciones como las que se dan en Madagascar deben servir de ejemplo para integrar las emergencias sanitarias en una visión más global , incluyendo los valores de cohesión de la cultura de la economía verde.

La deforestación rampante en Madagascar es una señal inequívoca de que la obtención de los ODS tiene que ser transversal y simultánea. No se puede contemplar el éxito de las estrategias WASH en un territorio desequilibrado ecológicamente, pues este desequilibrio acaba siempre repercutiendo negativamente en el acceso al agua y la higiene. En el camino hacia los ODS, queda claro que un planeta libre de contaminación y ecológicamente equilibrado es sinónimo de salud, y Madagascar nos indica el camino.