Chiapas, una paradoja hídrica insostenible

Vivir rodeados de agua y no poder usarla es una situación que se da en muchas zonas del mundo. En el estado mexicano de Chiapas, al deterioro de las instalaciones de suministro se une una alarmante pérdida de bosque y biodiversidad. Un nuevo proyecto nos lleva a combatir una paradoja que amenaza el equilibrio del planeta.

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En México se considera a Chiapas el guardián del futuro del agua, ya que abastece de ella al 30% del país. Una alta pluviosidad (unos 1.000 mm de media anual), cinco lagunas y 47 ríos, entre ellos el Grijalva y el Usumacinta, dos de los más caudalosos del país, le dan una disponibilidad de aguas superficiales de 92.000 hectómetros cúbicos. Además, según la Comisión Nacional del Agua (Conagua), la reserva de agua subterránea de Chiapas es una de las 10 mayores del mundo. Sin embargo, la seguridad hídrica de sus habitantes no está acorde con esta riqueza natural.

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Vivir rodeados de agua y no poder usarla es una situación que se da en muchas zonas del mundo. © Luis Alberto Figueroa

El agua, tan cerca y tan lejos

Según el estudio del Comité Estatal de Información Estadística y Geográfica de Chiapas, en 2022, el estado tuvo el mayor porcentaje de población en condición de pobreza de México: el 67,4% (unos 3,8 millones de personas), las dos terceras partes de su población.

Chiapas es pobre, y esta pobreza se traslada al acceso al agua. Según el Censo de Población y Vivienda 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), casi 700 mil chiapanecos aún no tienen acceso directo al agua potable en forma suficiente, aceptable y asequible. En la mitad de los municipios hay problemas en la red de suministro, especialmente en las zonas rurales, y solamente en nueve municipios de los 124 del estado se tratan las aguas residuales, por lo que es frecuente la contaminación de las fuentes de abastecimiento.

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En México se considera a Chiapas el guardián del futuro del agua, ya que abastece de ella al 30% del país.

Pese a su riqueza hídrica, en las zonas rurales de Chiapas es común que las mujeres caminen distancias de hasta cuatro o cinco kilómetros para llevar el agua a sus hogares. El problema se centra en el mal estado de las instalaciones de suministro; la causa es la caída de la inversión que el Gobierno incentivó en la década de 1990 a causa de los brotes de cólera que se desencadenaron en la región.

Comunidades abandonadas

En el municipio de Ocotepec, uno de los más abandonados de Chiapas, hemos iniciado un proyecto para proporcionar acceso al agua, conocimientos sobre recursos naturales e higiene a cinco comunidades cuya población, en un 99% indígena, no tiene continuidad en el suministro. Solamente les llega agua 15 días al mes, unos 30-45 minutos por día. La falta de contenedores adecuados para almacenar agua con garantías de salubridad y el escaso mantenimiento de la red de conducción y distribución son las principales causas.

La paradoja se da en toda Centroamérica

Ocotepec es un buen ejemplo de las deficiencias de acceso al agua que se reproducen en muchas zonas donde la riqueza hídrica natural no llega a la población. En Honduras se da una situación similar: con apenas 10 millones de habitantes, pese a que es uno de los países con alta disponibilidad hídrica (al menos 87.000 hectómetros cúbicos al año, 3.000 menos que en Chiapas), más de 327.000 campesinos disponen como único recurso una fuente no mejorada, es decir la que proviene de pozos excavados o de manantiales no protegidos ni seguros. En el proyecto de rehabilitación de los sistemas de agua que desarrollamos en El Paraíso, comprobamos la vulnerabilidad de las precarias instalaciones ante los fenómenos violentos como los huracanes.

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En el municipio de Ocotepec, uno de los más abandonados de Chiapas, hemos iniciado un proyecto para proporcionar acceso al agua, conocimientos sobre recursos naturales e higiene a cinco comunidades cuya población, en un 99% indígena, no tiene continuidad en el suministro.

Los campesinos de Nicaragua tampoco se benefician de la riqueza en agua de su entorno. Según el JMP, en 2021, más de la mitad de las escuelas rurales no disponían de acceso al agua y no había ninguna instalación de saneamiento en una de cada tres. En nuestro proyecto, en los departamentos de Jinotega y Boaco, intervenimos en cinco escuelas situadas en medio de la abundancia hídrica cuyos alumnos tenían que andar largas distancias a por agua y usar letrinas inseguras.

Un paraíso natural en peligro

Esta riqueza hídrica es una característica de Centroamérica. Chiapas, el estado más meridional de México, en la frontera con Guatemala, está en el extremo norte del Corredor Biológico Mesoamericano, considerado uno de los bosques nubosos más ricos del planeta. Es una región que conecta las áreas naturales centroamericanas de Belice, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, y configura un puente terrestre para las especies migratorias entre Sudamérica y Norteamérica. Es además el hábitat natural de entre el 7 y 10% de las especies conocidas del mundo.

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Chiapas, el estado más meridional de México, en la frontera con Guatemala, está en el extremo norte del Corredor Biológico Mesoamericano, considerado uno de los bosques nubosos más ricos del planeta. © Fev

Estos ecosistemas, de una singular belleza, se caracterizan por sus abundantes lluvias y nieblas espesas que son atrapadas por los bosques, que retienen el agua y la van liberando poco a poco a los afluentes de los ríos.

Esta riqueza hídrica natural está amenazada, y en Chiapas se hace evidente. Debido a la deforestación, la expansión del cultivo del café y el cambio climático, sus bosques se han convertido en uno de los ecosistemas más vulnerables del mundo.

También allí se da la amenaza de un punto de inflexión climática: la entrada tardía de la temporada de lluvias deteriora año tras año el bosque, aumenta la vulnerabilidad de la población agrícola y genera estrés hídrico en toda la cuenca, creando un alarmante proceso de retroalimentación. Es una situación que se repite en casi todos los países del Corredor Biológico Mesoamericano, amenazando su extraordinario tesoro medioambiental.

Devolver el agua a las culturas nativas

Chiapas ha perdido el 55% de sus bosques originales, que fueron deforestados principalmente para la agricultura industrializada basada en la producción de café, maíz y ganado. También allí, este desarrollo intensivista desplaza a las culturas nativas y hace olvidar sus métodos tradicionales.

Es preciso detener este olvido, como lo logramos en la Reserva de Bosawas, en Nicaragua, donde articulamos soluciones para que las comunidades amenazadas por la degradación del suelo fértil recuperaran el ciclo natural del agua. La educación se muestra como uno de los ejes fundamentales de trabajo para el fomento de las técnicas agrícolas y ganaderas tradicionales y que son la mejor garantía de la sostenibilidad de la actividad económica, frenar la deforestación y fomentar además la relación intercultural y los derechos de género.

La mejor solución para el agua de Chiapas es dársela a los que no la tienen. En todo el mundo, las comunidades rurales, afianzadas y respetadas en su cultura y gestoras autónomas de sus instalaciones de suministro de agua y saneamiento, son el fundamento de la recuperación del medioambiente y del equilibrio demográfico del planeta.