Basta ya de enumerar problemas

La urgencia por encontrar nuevas formas de colaboración fue un mensaje recurrente en la Semana Mundial del Agua. Hemos sobrepasado los límites hídricos planetarios y la necesidad de un cambio de mentalidad en los conceptos de innovación y gobernanza deben involucrar a todos los sectores y a todos los países.

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La actual crisis climática es ya una evidencia de la que nadie escapa. Ningún sector económico y social, ningún gobierno ni empresa, quedan al margen de la adaptación a un planeta cada vez más cálido, con mayor escasez de agua y con riesgos crecientes. Este es el mensaje contundente lanzado en Estocolmo por los más de 15.000 destacados expertos que participaron en la reciente Semana Mundial del Agua.

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Hemos sobrepasado los límites hídricos planetarios. © ArtPhoto_studio/ Freepik

Desde 1991, la Semana, organizada por el Stockholm International Water Institute (SIWI), se ha convertido en un punto de encuentro anual obligado para la comunidad internacional implicada en la solución de los problemas de agua que acosan a la humanidad. El evento sigue batiendo récords: más de 15.000 participantes de 193 países celebraron 300 sesiones; y ofrece buenas noticias: cada vez con más mujeres (el 52%) y mayor presencia de jóvenes (el 42% era de 35 años o menos).

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La actual crisis climática es ya una evidencia de la que nadie escapa. Ningún gobierno ni empresa, quedan al margen de la adaptación a un planeta cada vez más cálido, con mayor escasez de agua y con riesgos crecientes.© jcomp / Freepik

El evento dedicó cinco intensos días al tema “Semillas de cambio: soluciones innovadoras para un mundo inteligente con el agua”. En la jornada inaugural, Karin Gardes, directora ejecutiva del SIWI, destacó la necesidad de hablar más sobre cómo lograr transformaciones, en lugar de simplemente enumerar problemas. La realidad es que, durante estos últimos años, la lista de crisis derivadas de la falta de agua potable ha aumentado y pocos son ya los ciudadanos del mundo que no se encuentren afectados en mayor o menor medida.

Evitar el fracaso de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua

La Semana siempre ha tenido el objetivo de avanzar sobre las conclusiones del último evento. Los últimos años los mensajes han ido destilando urgencia en las acciones, y este año la insistencia en lograr hojas de ruta tangibles ha adquirido tonos casi dramáticos en algunas intervenciones.

Al revisar las ponencias y seminarios realizados, resulta evidente que los importantes problemas geopolíticos denunciados años atrás no muestran claras vías de solución. La aceleración del cambio climático y de la pérdida de biodiversidad, el hambre, la desigualdad y la incertidumbre son hechos cuya evidencia hace innecesarios los informes científicos para alertar a la población y presionar a los gobiernos para pasar a la acción inmediata.

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Debemos prepararnos para un mundo más impredecible, con sequías, inundaciones y otros fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes y graves. © Kamchatka/ Freepik

Este año, el SIWI ha hecho especial hincapié en seguir de cerca las conclusiones de la pasada Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua y encontrar una respuesta a la pregunta que está en boca de todos: ¿Cómo podemos asegurarnos de que se cumplan los compromisos asumidos?. El mundo necesita creer que la Conferencia, que tardó casi 50 años en volver a celebrarse y que generó 689 acuerdos, pero ninguno vinculante, va a servir para asegurar agua para los más de 8.000 millones de terrícolas.

Ningún experto cuestiona los cálculos del Banco Mundial, que asegura que de lograr 300.000 millones de USD para invertir en mejorar los recursos hídricos la humanidad casi cuadruplicaría los beneficios de retorno. Hay dinero, pero ¿cómo desarrollar la voluntad para invertirlo?

No señalar a los demás, sino plantearnos cómo podemos ayudar

Meike van Ginneken, la nueva enviada especial holandesa para Asuntos Internacionales del Agua, sostiene que la interconectividad es crucial: “Es fundamental aprender unos de otros. No empieces inmediatamente a señalar con el dedo las deficiencias de los demás. Hay diferentes ritmos y maneras de hacer las cosas. Creo que es mejor preguntar: ¿Cómo puedo ayudarte? Si podemos trabajar juntos de esa manera, habrá una masa crítica de compromisos que lograrán cambiar las cosas”.

Van Ginneken considera imprescindible fomentar los diálogos entre sectores y generaciones: “A menudo nos sentimos muy aislados en el sector del agua. He estado en los sectores agrícola y energético y están tan aislados como nosotros. Mi experiencia es que, a nivel local, los aislamientos son mucho menos fuertes; es preciso regresar a donde está la acción a nivel local y nacional y no sólo permanecer en el nivel internacional”.

Se impone un cambio de mentalidad. La mayoría de nuestros sistemas actuales se basan en el supuesto de que siempre habrá un suministro fiable de agua, pero esto ya no es así: debemos prepararnos para un mundo más impredecible, con sequías, inundaciones y otros fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes y graves. Para ello necesitamos nuevos incentivos e innovaciones, basándose en los últimos conocimientos científicos y las mejores prácticas que se han probado en diferentes escenarios del mundo.

Hacia un nuevo concepto de innovación más allá de la tecnología

Es hora de repensar la innovación. Este fue uno de los temas centrales de la Semana que ya se planteó en la pasada edición. Por lo general asociamos principalmente la innovación con la tecnología. Pero, como señaló Karin Gardes, la innovación es un concepto mucho más amplio que debe abarcar también a la gobernanza, las finanzas, los valores y la cultura.

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En el contexto de la innovación, uno de los temas centrales de la Semana Mundial del Agua, se abordó la importancia de escuchar y tener en cuenta las perspectivas de los pueblos indígenas. © Vecstock/Freepik

En este contexto se abordó la importancia de escuchar y tener en cuenta las perspectivas de los pueblos indígenas. Por primera vez, la Semana se centró especialmente en el conocimiento acumulado en las culturas ancestrales, representadas por 20 grupos venidos de todos los continentes, quienes compartieron sus puntos de vista y experiencias.

Sin una nueva gobernanza nada será posible

Todo el mundo está de acuerdo en la gravedad de la situación, pero los compromisos no llegan y, según la ONU, necesitamos por lo menos cuadruplicar el ritmo actual de mejora para lograr el acceso universal a servicios de agua, saneamiento e higiene.

Johan Rockström, uno de los copresidentes de la Comisión Global sobre la Economía del Agua, un organismo auspiciado por la OCDE con el propósito de impulsar una nueva gobernanza ante el cambio climático, presentó un informe muy explícito sobre la presión que estamos ejerciendo actualmente sobre el ciclo global del agua y cuáles son las consecuencias que ya estamos viviendo.

En el informe queda explícito que estamos ante una tarea gigantesca, que debe involucrar a todos los sectores y a todos los países. Es un clamor entre todos los expertos que por primera vez hemos cruzado el límite planetario seguro para el agua y que no vamos por el buen camino para lograr el ODS 6 – ni ninguno de los restantes ODS – si seguimos aplazando las decisiones.

No hay alternativa: los gobiernos deben responsabilizarse del progreso de la Agenda de Acción sobre el Agua, trazada en la pasada Conferencia de las Naciones Unidas, y son claves para que los acuerdos se vuelvan vinculantes.

Y sí, es posible. Vivimos en una era de colaboración y avances científicos sin precedentes, y con tecnología disponible que permite resolver problemas que antes no tenían solución. Pero necesitamos un tipo de innovación más amplio, que también integre los cambios de comportamiento, la gobernanza y el pensamiento sistémico.

Las acciones gubernamentales necesitan urgentemente cambios radicales en sus planteamientos y deben vincularse con procesos internacionales. Los próximos meses van a ser claves para cambiar: la Cumbre de los ODS este septiembre y la COP 28, en diciembre, se plantean con significativos cambios de enfoque. Es un síntoma esperanzador.